miércoles, 25 de febrero de 2009

LA NECESARIA REPARACIÓN MORAL DE LOS VENCIDOS



M
orirán los fascismos sangrientos, en España habrá ya felicidad. Así rezan los últimos versos del himno de las Brigadas Internacionales. Probablemente muchos de los que vinieron a un país extraño a dejarse la vida por un ideal que sentían como propio, recuerde este soniquete que hace setenta años se cantaba en los campos de batalla de nuestra Guerra (in)Civil. Y esos versos volvieron a estar de actualidad hace unos meses porque Albacete rindió homenaje a todos aquellos que, procedentes de una cincuentena de países, vinieron al auxilio de una República asaeteada por el golpismo franquista.

Vino ese homenaje en momentos de sesudo debate sobre la pertinencia de remover la historia, esa historia nuestra que algunos quieren olvidar, otros recuperar aunque a todos duela por igual. No debemos ser nosotros paladines de la causa garzonista, pero sí que es cierto que el recuerdo vívido de aquellos que ofrecieron su vida por restaurar la legalidad imperante en 1936, merecen el recuerdo y reconocimiento de todos los españoles.

Algo similar ocurre con la pertinencia de lo que algunos llaman “reabrir heridas”. Llámenlo memoria histórica o reconciliación nacional. Da igual. Pero seamos sensatos y tomemos el pulso a la historia para contar que la reparación moral de los muertos en el llamado bando nacional, ya se produjo. Acudan al Valle de los Caídos y lo comprobarán por sus propios ojos. Es lo que tiene participar del bando vencedor, que puedes escribir la historia a tu conveniencia. Demos pues esa misma reparación a los derrotados. Hay miles de familias resquebrajadas moralmente por tener a sus muertos en fosas indecentemente ignotas. Aprovechemos la ley surgida de la soberanía popular para darles nuestro reconocimiento y restaurar el equilibrio moral que esa “modélica” Transición no supo parir. Aprovechemos las enseñanzas de nuestros viejos brigadistas para no caer en los mismos errores de antaño.

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