miércoles, 19 de septiembre de 2018

La otra galaxia de Camarón

El potro cabalga salvaje por la marisma. Tiene ganas de vivir, de sentirse libre, de buscar el horizonte sin detenerse por nada. El potro está pleno de fuerzas, derrochando ánimo, tesón y afán de supervivencia. El potro lo da todo, pero la vida no lo trata como es debido...


¿Qué podemos decir de Camarón? Leyenda, genio, icono, revolucionario... cantaor. De los cantes de Juana, su madre, bebió todo lo que tenía que saber. De las estrecheces de la vida, le vino la inspiración y las ganas de salir por patas hacia el éxito. Cuando lo obtuvo, empezó a escapársele de entre los dedos. Y le llegó la hora de irse, tan joven, con tanto aún por dar y cantar. Entre medias, la noche en que dejó con la boca abierta a Caracol en la Venta de Vargas, su marcha a Madrid, su encuentro providencial con Antonio Sánchez y su hijo Paco, su cambio de rumbo discográfico, Ricardo Pachón, La Leyenda del Tiempo, el triunfo, el mito y la muerte. Una vida digna de ser contada y conocida por todos.

Netflix nos ha dado la oportunidad de saber un poco más del genio de San Fernando por partida doble y en formato documental: una serie de seis capítulos (Camarón, de La Isla al mito) y una película (Camarón, flamenco y revolución). Un díptico imprescindible y estupendo para acercarnos a una figura capital de la música, apto tanto para profanos como para aficionados. En ambos casos, la figura del hombre no subyace sobre la del artista; son capas superpuestas ya que no se entiende la una sin la otra. Así era José.

Ambas aproximaciones diseccionan la figura de Camarón tomando como base fundamental la faceta de José Monge Cruz como hombre, en ocasiones superado por la inmensidad de Camarón. Se ven las fragilidades de una persona que anhelaba convertirse en lo que fue, pero que no comprendía por qué su arte trascendía más allá de los límites de lo comprensible. Su influencia se notará en décadas venideras y las razones son expuestas con sentido del ritmo, veracidad y profusión de datos y de comentarios de quienes estuvieron a su lado en todo momento. Abordar de seguidos tanto la serie de José Escudier como el largo de Alexis Morante permite descubrir no solo la leyenda que galopa sobre el tiempo sino también al hombre que solo quería cantar. Ambos son recorridos minuciosos y completistas si bien la película se acerca también a las sombras del cantaor sin que por ello, desmerezca la grandeza de una carrera musical que se antoja demasiado corta al verse truncada por la prematura muerte de Camarón.

Dos hitos que enmarcan la vida y la carrera de un artista único, alguien de otra galaxia que vino para iluminarnos aunque fuera con la simple luz de un cigarro con la que no perdamos su camino. En la serie, detallista y preñada de recuerdos y de vivencias, son sus amigos, sus familiares (emocionante La Chispa con sus hijos) o su biógrafo, quienes pintan el retrato de José. En la película de Morante es un gigantesco Juan Diego el que narra sin tapujos y con mucho duende, las etapas vitales y artísticas de un Camarón al que sentimos más cercano que nunca. Dos hitos, como decimos, imperdibles para todo aquel que quiera sentir un mínimo de emoción. Garantizamos el vellito de punta con serie y película.

Y el potro de rabia y miel busca el sol en el horizonte. Ya se siente libre. Nadie puede alcanzarle.

Artículo originalmente publicado en Berenjena Company.