martes, 25 de noviembre de 2008

SÍ, ME GUSTA NIRVANA, ¿Y QUÉ?


L a conmoción fue brutal. Arrancaban los 90 y las cosas ya no iban a ser iguales. El mundo cambiaba. La era neoconservadora de los 80, auspiciada por Reagan y Thatcher tocaba a su fin y nuevos aires se vislumbraban al final del camino. En esa tesitura, llegaron ellos. De Seattle. De la fría Seattle. Guitarras distorsionadas, baterías pesadas como el plomo, rock centrifugado (llámenlo grunge), la impostura como actitud. Son Nirvana. En presente porque como los buenos mitos, perviven.

Sí, me gusta Nirvana, ¿y qué? Son historia del rock and roll. Es más, es historia de la MÚSICA POPULAR. La última (r)evolución musical que se ha vivido en la música. Como precedentes estuvieron Mozart, Sinatra, los Beatles, los Stones... y ellos. En el mismo plano. ¿No os lo creéis? El tiempo les dará la razón.

Su historia es la de una montaña rusa. Irrumpieron allá por 1991 y unos meses después volvieron locos a medio mundo. Bleach, su primer gran album, causó sensación. Nevermind se ha convertido en un hito del rock. En muy pocos meses. Viviendo deprisa.

Ese Nevermind es antológico. Si su album precedente ya contenía algunas pintas de su seña de identidad, aprovechando la base propuesta por grupos como Stone Temple Pilots, Soundgarden o Pearl Jam, Kurt Cobain y compañía pusieron al rock en el pedestal que se merecía, en una nueva evolución, con ese disco. No es solo ese Smells Like Teen Spirit convertido en carne de cañón videoclipero por obra y gracia de la MTV. Llegaron más pepinazos: la sequedad de In Bloom, la apuesta por un new rock en Come As You Are, las sutilezas de On a Plain, la dureza de Lithium. Canciones que en dos años después adquirieron nuevos y enriquecedores matices acústicos en el majestuoso Unplugged que grabaron para esa MTV que nos martirizó (sin sentido peyorativo, por favor), con el Smells...

In Utero significó la confirmación. Como los buenos estudiantes, Cobain, Novoselic y Grohl, parieron un nuevo trabajo en el que experimentaron. Podrían haberse apuntado a lo fácil. Repetir esquemas, cánones, estribillos y éxito. Seguro que por esa senda lo hubiesen conseguido. Pero se fueron por otro derroteros.

El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría. Eso escribió en pleno siglo XIX William Blake, y eso pensaron los cuatro de Seattle al publicar su nuevo disco. No es In Utero un disco complaciente. Áspero, duro, audaz, este disco marca un paso adelante en la carrera de la banda. El éxito mirado de lejos. Cobain ya sufría por ello. No le gustaba eso de que su cara saliera todos los días en la Rolling Stone, en Esquire, en Newsweek... No era lo suyo. Su oficio era parir maravillas como All Apologies, medios tiempos (¿dónde estaba el grunge?) como Pennyroyal Tea, o trallazos (aquí, aquí, el grunge está aquí), como Rape Me.

Solo bastaron dos albumes. Solo un puñado de buenas canciones para cambiar conciencias. Conciencias y no modas. Está claro que algunos se calzaron unas bambas y se pusieron una camisa de cuadros por encima de una camiseta ajada, pero Nirvana fue más allá. Ha sido el último gran shock del rock y en el futuro será un referente. El grunge no ha muerto... pero se ha reconvertido. Ni Soundgarden hizo grunge después del fallecimiento (murió joven y dejó un bonito cadáver) de Kurt Cobain, ni Pearl Jam es hoy la misma banda que apuntaba maneras garajeras hace 17 años. La gente evoluciona... los mitos permanecen en la memoria colectivo. Sí, me gusta Nirvana.



lunes, 24 de noviembre de 2008

LAS JAMELGAS DE PIRELLI


I magínenselo. Una aceitosa jamelga pone morritos y se refriega con un elefante en mitad de la sabana keniata. Al otro lado un fotógrafo con pinta de viejo verde, se gana sus cuartos sacando bonitos retratos de las muchachuelas ligeritas de ropa (y de cascos), mientras el león que se acerca por la vereda las mira como si de un Hannibal Lecter cualquiera se tratase. Ñam Ñam. Mientras las modelos enseñan las tetas pensando que por unos cuantos miles de euros, los gastos pagados en África y unas buenas vacaciones después del extenuador trabajo, vale la pena ponerse en pelotas para que luego, unos cuantos viejos sebosos adinerados, puedan colmar sus más bajos instintos (meneársela, en román paladino) con las jovenzuelas del requetefamosísimo e hipermegasuperguay calendario Pirelli.


A unos cuantos miles de kilómetros, unos tipos hartos de levantarse a las seis de la mañana porque no tienen otro remedio, cogen una pancarta, se colocan una chapita o una pegatina y pillan un megáfono. También van a hacerles fotos. Algunos de ellos tienen las manos aceitosas, llenas de caucho, negras... Trabajan con neumáticos. Click. Foto por aquí. Click. Foto por allá. Cientos, miles de fotos al cabo del día. Seguro que si abren cualquier periódico al día siguiente, alguno de sus caretos se pueden ver en cualquier página. Mientras ellos se hacen fotos bien vestidos porque hace un frio de cojones, desde la ventana de un rascacielos cualquiera de Milán, un directivo de Pirelli con mirada aviesa, observa el horizonte pensando en que va a echar a la puta calle a unos cuantos de sus empleados. Revisa las cuentas. Mantener la plantilla... tantos millones. Hacer el calendario de las jamonas... tantos millones. ¿Qué conviene más? El calendario... que para eso cada vez que sale, aparece en todos los telediarios, radios, periódicos, etcétera. Total, los trabajadores solo salen con sus pancartas, sus chapas y sus pegatinas cada vez que hay que echarlos y eso es de muy de cuando en cuando. Así que, a la calle. Los currantes por su parte, piensan que sí que vale la pena seguir levantándose a las seis de la mañana para irse al tajo, protestar porque le dejan con una mano delante y otra detrás y no saber cómo salir de esta.

A muchos kilómetros de allí, las jamelgas siguen posando y sacando morritos. El viejo verde del fotógrafo se lo está pasando pipa. "Ponte una mano delante y otra detrás", le grita a una rubia de bote. Ella obedece. Otra tia pagada por Pirelli que tiene que hacer eso para que la vergüenza no se le suba a los mofletes. "Hemos acabado. El lunes por la mañana en Londres os darán la paga y hasta el año que viene". Lejos de allí, ateridos y preocupados, los empleados de Pirelli reciben un calendario para 2009 con la fecha de su despido marcada en rojo. Y ni siquiera sale una teta.



martes, 18 de noviembre de 2008

KILÓMETROS Y ROCK


Gracias. Muchas gracias. Me habéis hecho la vida más fácil. Si amistad y dinero son aceite y agua (ya nos lo demostró Michael Corleone), amistad y música son una maravillosa ecuación con la que asumes que sí hay algo parecido a estar cerca de esa falacia llamada felicidad. Es ilusionante viajar. Hacerlo en coche, en buena compañía, como si estuvieras en una road movie americana o en un párrafo de En el camino de Kerouac, transfigurándome en un trasunto de un Dean Moriarty alocado recorriendo la polvorienta Ruta 66. Amistades en mis aventuras y desventuras por esos mundos de Dios. Ya lo han hecho antes y siempre han cumplido eficazmente con su labor. Amistad y música. Ocurre algo curioso (seguro que al buen lector también le pasará). Me acuerdo de ciertos sitios, lugares, situaciones, personas si escucho ciertas canciones... Bendita memoria.

No sabéis lo reconfortante que es que Dylan me susurre al oido su Shooting Star paseando por una Soria helada pero bulliciosa, que me acuerde de los embalses extremeños del Tajo por escuchar una canción de Héroes del Silencio o que irremediablemente piense en Medina Sidonia y en esa noche loca que tú y yo vivimos cuando canto La Chispa Adecuada. Conocí a Neil Young y a sus chicos del Crazy Horse, así como a los Rammstein en un viaje por lo más profundo de la cordillera Cantábrica. Flipo con Pink Floyd -gloria eterna a ellos por parir cosas como Comfortably Numb-, abandonándome a los recuerdos que me trae ese tema en ese puente de la Constitución en Madrid hace ya algunos años. Estoy en las ruinas de Numancia y de banda sonora tengo a Eddie Vedder y su banda, los Pearl Jam, salvadores de eso que algunos llamaron grunge y que no, no se murió con Kurt Cobain. Cerca de allí, un esbelto Bunbury, nos cuenta como son las ciudades de bajas pasiones y nos advierte que podemos contar con él aunque se vaya con una tal Lady Blue a unos de los múltiples lugares de este mundo que se llaman Flamingos.

En otras ocasiones me veo viajando por una autopista francesa que cruza Las Landas, derritiéndome por esa canción tonta que todos conocemos de Crowded House, entro en Valencia al ritmo de los Dusminguet, se me van los pies en las largas rectas de la provincia de Albacete escuchando al mago Kusturica y su orquesta de no fumadores, me maravillo porque el gran Joaquín Sabina también pasa 19 das y 500 noches en un bar del Barrio Alto de Lisboa, junto a mi, tomándose una ginjinha a mi vera, siempre a la verita mia. ¡Salud, colega!
En una carretera secundaria de Portugal, tortuosa y estrecha, Mark Knopfler recorre con sus dedos el mástil de una Gibson Les Paul y dejamos que nos cuente/cante como son esos túneles del amor que tanto anhelamos descubrir. Hablando de esa cosa... me enamoré por primera vez en Barcelona escuchando Temptation en la ajada y tabernera voz de Tom Waits (que Dios o quien sea nos lo guarde por muchos años) y me emborraché desgañitándome con una de los Guns'n'Roses. Allí, cerca de la Plaza Real (que no monárquica), viví uno de esos momentos llamados "mágicos", cuando un bar entero aulló el American Pie de Don Maclean.

Ya lo véis. Todos vienen conmigo, nunca estaré mal acompañado en mis viajes. Seguro que nuestra amistad seguirá creciendo.

A todos, gracias. Por ser como sois. Por estar ahí.



domingo, 16 de noviembre de 2008

EL MUNDO NO COMPRENDE A ROUCO

De paté de foie. Así me quedo cada vez que el amigo Rouco abre la boca(za). Lo de este chico es pa mear y no dejar ni gota. Ahí le tienen. Figura afilada, medio encorvada, rostro entre adusto y agriado, cara de palo, sotana dragqueeniana y lenguaje cavernario. De mentalidad ya ni hablemos. Así es el amigo Rouco. O por lo menos, uno (que no se siente muy católico, en parte por el trabajo que hacen tipos como él), así lo ve desde la lejanía... por fortuna. Lo de este chico es ya de juzgado de guardia. La última de las brillantes ideas que ha parido es la de pedir un referendum para decidir si la ciudadanía quiere bodas gays o no. Vale, que lo hagan. Yo me pido también un referendum para que decidamos si queremos bodas entre heteros o no. O si deseamos o no que nos casen curas católicos, que a mi a lo mejor me da por que me case un hare krishna, que me hacen más gracia. También podemos decidir en plebiscito si la Iglesia Católica roucovareliana deja de llevarse una millonada por la cara de los impuestos de todos los españolitos, y esos cuartos los dedicamos mejor a hacer el buen samaritano por tantos y tantos parajes donde los amiguitos del presi de la Conferencia Episcopal no llegan. Me encantaría también votar para que dejara de escuchar en la radio mañanera a un tipejo que se las da de listo, que no tiene un pelo de tonto, pero que es un peligro andante ya que por menos de lo que él dice, a otros ya nos habrían metido en La Torrecica. Por cierto, tipejo revisionista, converso de ideas pretéritas y ahora creyente de poseer la verdad absoluta. Tipejo pernicioso amparada por las sotanas y el crucifijo de Roma.También le propondría a Rouco que pidiera a los españoles su opinión sobre si es lícito enriquecerse con las creencias de millones de personas, o que votaran para ver si el papel social de la Iglesia en la actualidad es pertinente o no. A mi me encantaría que sometiéramos a decisión de todos los compatriotas la obcecación de la Iglesia Católica en que no usemos condones, a pesar de que en África el SIDA se está extendiendo porque muchos creyentes no lo utilizan a petición de los obispos, que por cierto, de África saben un montón porque seguro que han hecho prácticas allí con los negritos. También sería maravilloso dar la oportunidad a nuestros paisanos de que opinen en unas votaciones si es mejor que un niño se muera porque a Rouco and company han dicho que lo de la investigación con células madre es un pecado de los cojones. O también sería procedente que todo el país fuera a referendum para elegir al mandamás de los obispos. Seguro que nuestro amigo no se opondría. A mi sí que me encantaría ir a las urnas para decidir de una puñetera vez que este país sea laico, laico y no sufrir más la aconfesionalidad light que nos ha legado la Transición. A ese referendum sí que me apunto y Rouco también. Y a la puerta del colegio electoral me encantaría decirle a la cara: "´¡qué Rouco, a que jode que te toquen lo que más quieres!".



martes, 11 de noviembre de 2008

MONÁRQUICO DE LOS DE TODA LA VIDA


Tenía su cosa aquello del primus inter pares. Venga vale, como por fuerza estoy obligado a aceptar un régimen monárquico impuesto con el que no estoy de acuerdo, hagámoslo bien. En plan suizo. Que de forma rotatoria haya reyes variados. El principal entre iguales. Buena idea. Total, como no van a dejar que se decida entre monarquía o república... Si tenemos a más reyes/reinas, podemos tener otros beneficios. Por ejemplo, al democratizar el sistema podremos meter el dedo en la llaga cuando la jodan. Ya no más intocables en la monarquía. Se podría criticar abiertamente a los monarcas... aunque pensándolo bien, como los variados reyes ficticios de nuestro futuro tengan la misma fertilidad que nuestra actual Familia Real, no íbamos a ganar para potitos y peleles de los herederos. Que chungo madre mia.

Yo veo bien que la Reina, el Rey, el Príncipe, las Infantas y los/as Infantitos/as, hablen y digan lo que piensan. Es más, lo deseo, porque se les veía venir desde leguas. Es curioso como después de que haya sido emitida una nota oficial de Zarzuela desmintiendo a Pilar Urbano, la práctica totalidad de la población de las Españas sigue creyendo a pie juntillas que a Sofía no le va el mariconeo. Bueno, ni el mariconeo, ni el derecho personal y sagrado a decidir sobre la vida de uno mismo y a no pasar dolor, ni el que una mujer juzgue qué hacer con su embarazo, ni otras tantas cosas... Tradicional como la vida misma. Y un cojón de pato.

Pues lo dicho, que hablen. Son ciudadanos, ¿no? Ya que están en plan florero en nuestra democracia por lo menos que opinen para que podamos crucificarlos si la cagan. Como a todo buen hijo de vecino. Como a mi mismo si al querido lector no le gusta ni un pelo lo que está leyendo. Porque para eso escribo, para que usted me diga que lo hago bien o mal. Pues lo mismo deberían hacer Juancar y Sofi. Opinar, que no se retratan desde el 78 con aquello de la Constitución... y ya ha llovido desde entonces.

Lo que está claro es que de un tiempo a esta parte, a los españoles nos ha dado por hacer revisitación monárquica. Que nos gusta la campechanería de Juan Carlos, la discreción de Sofía y la buena planta de Felipe, pero que con lo del cese temporal de la convivencia de Marichalar y Elena o la operación (u operaciones si hacemos caso a la prensa del colorín), de Letizia, la Real Familia está en el disparadero. Lo ideal es que ante rumores, cotilleos, comentarios, putadas y tergiversaciones, ellos salieran y dijeran, voz en ristre o de su puño y letra, que esa boca es la suya. Y santas pascuas. Pero no, el oscurantismo brilla en toda su apariencia en todo lo tocante a los inquilinos de la Zarzuela. Y así nos luce el pelo a los españolitos de bien, sufragadores de dispendios monárquicos, mal que le pese a unos cuantos... ¡Yupi!

Ante tan desolador panorama (nóteseme la ironía, por favor), creo que estoy por irme de cañas con el inefable de Peñafiel, ya que ahora ha convertido a alguna miembra de la regia familia en blanco de sus iras monárquicas.