domingo, 16 de diciembre de 2012

La vida es música

En tiempos en que los productos prefabricados abundan en el mundo de la música, acercarte a la experiencia Saurom es apostar sobre seguro. Y lo es porque estos seis tipos encantadores que llenaron el pasado sábado el Teatro Moderno de Chiclana en la presentación de su último trabajo llamado Vida (nombre tan simple como significativo por cuanto representa mucho de lo que nos ofrecen ellos con su música), no engañan con su propuesta. Su concierto así lo atestigua: más de dos horas de luces, sonido afinado, voces barrocas, letras de alta carga literaria y mensajes claros y punzantes, diversión a cuenta de los propios músicos y de su troupe… En definitiva, más de dos horas de vida que hizo de este concierto, una de las experiencias más gratificantes que ha vivido el Moderno en sus trece años de historia.



Decíamos que Saurom no engaña porque tiene una cualidad como banda que resulta esencial en el difícil mundo de la música: sabe qué quiere su público, y lo demuestran tanto sobre un escenario como luego, agasajando a sus seguidores con su atención. Es algo que pocos, muy pocos se atreven a hacer. Otra cosa positiva a apuntar en el haber de estos excelsos músicos es el espectáculo qué montan. Tomando como bandera uno de sus temas icónicos –Fiesta-, el teatro se transforma en lugar de regocijo, en sitio de comunión entre los de arriba y los de abajo, compartiendo risas, letras, acordes, sonidos… Vida.

La jubilosa experiencia de Saurom, que trasladó en esta ocasión al Moderno, se basa en una música plena, unas letras con profunda conciencia social (el arte al servicio de la sociedad, sin lugar a dudas), y un espectáculo que atrapa incluso al que se acerca por primera vez a uno de sus directos. Hablar de Saurom es hacerlo de virtuosos instrumentistas; cada uno en lo suyo se demuestran como avezados expertos, de ahí que no sorprenda el sincretismo musical que desprende todas sus composiciones. En ellas podemos encontrar desde potentes guitarras donde Raúl y Narci extraen las esencias del heavy, hasta una zeppeliniana batería a cargo de Antonio, pasando por un bajo que domado con orgullosa maestría por el señor Gallardo marca la senda rítmica de una banda que alcanza cotas de excepción con la sección de teclados de Santi o las flautas, gaitas, whistles, panderetas… y un largo etcétera de Narci, alma mater  de la banda desde que Saurom publicase su primera maqueta, La cripta del duende, allá por 1996 (que por cierto, aún debe andar por mi casa). La guinda la coloca Migue, frontman de garantías y con una modulación de voz cuasi inexistente en el panorama musical nacional, puesto que va desde el más leve y cariñoso susurro en los medios tiempos (que los hubo, y geniales), hasta los momentos más épicos de la banda sobre las tablas del teatro chiclanero.

Y es que todo este cóctel fue degustado con vehemencia, con ganas, con entusiasmo por un parroquia fiel, entregada. Los seis sobre el escenario presentaron Vida, un disco conceptual (sí, en los tiempos que corren, aún existen discos así), que a través de catorce temas va tocando diferentes palos, no sólo musicales, sino también temáticos, aunque todo ello con un sentido orgánico de la música envidiable. La música como benefactora, como sanadora, como revitalizante de una existencia que se revela triste ante nuestros ojos. No solo de Vida vivió el concierto de Saurom en Chiclana, puesto que prácticamente no hubo disco (siete llevan ya, más un par de reediciones y cuatro maquetas), que se quedara sin tema representativo. Todo ello para disfrute y solaz de un público radiante con sus músicos, agradecidos ante su música, porque la vida de Saurom es la música y ellos se encargaron de insuflarnos más ganas de vivir con cada acorde, con cada sílaba, con cada disco. Disfruten de ellos.

Fotos: Paco López.