sábado, 18 de octubre de 2014

"El humor es un arma y una medicina"


Hay periodistas que se plantean entrevistar a algún personaje conocido y para ello confeccionan un cuestionario; otros (como yo) no llevan las preguntas preparadas sino que van a lo que surja, a pelo, a tratar de sorprender y que nos sorprendan... Pero con Moncho Borrajo estos procedimientos no sirven. Para nada. Olvídate que eres buen profesional, que sabes entrevistar, que te sientes como Ana Pastor delante de un incauto político, porque Moncho te lo trastoca todo. No le haces una entrevista, porque él es una entrevista en sí mismo. Te lleva a su terreno y claro, tú te dejas. Lo haces con alegría y gozo, con una sonrisa porque si algo debes tener claro es que te vas a llevar riendo todo el rato. Se agradece, oiga. Ladies and gentlemen, con ustedes... Moncho Borrajo.


Que no. Que no se me olvida. Que soy un profesional como la copa de un pino (sí, no tengo abuela) y lo dejo todo atado y bien atado, como dijo el enano gallego. No, Moncho, no, que es gallego pero no enano. Y por lo menos, nos mata, pero a risas. El showman orensano desembarca en Chiclana con Yo, Quevedo, una obra en la que a través de nuestro insigne literato del Siglo de Oro, pega un repaso a la situación presente que vive el país, porque no hay escritor más actual que don Francisco. Y si quieren saber más, este sábado a las 21.00 horas en el Teatro Moderno.

Ya les decía que hablar con Borrajo es dejarte llevar. Su parla te lleva a tocar todos los recovecos habidos y por haber en una conversación y al final tienes la sensación que de lo que menos se habla es de su montaje teatral, pero sí, sí que hablamos, porque Borrajo reivindica la plena actualidad de la figura de Francisco de Quevedo. Entre suculentas y recíprocas invitaciones a tortillitas de camarones y "marisquito", Moncho se mostró contentísimo de arribar a Cádiz con esta obra con la que "después de hacer Golfus Hispanicus, descubro que Quevedo escribió un memorial dirigido a Felipe IV poniendo a parir al Conde Duque de Olivares y me doy cuenta que esas figuras son trasladables a Juan Carlos I y algún personaje de la política nacional. Que visión tenía este hombre, parece Julio Verne. Y además, como él era feo, bajo y sentimental y yo soy feo, bajo y maricón, pues me dije que teníamos muchas cosas en común". A estas alturas de la entrevista (minuto 2), ya las carcajadas eran ostensibles... y lo que quedaba...

Quevedo y el Quijote. Porque el año próximo se marca un Moncho Panza, su particular homenaje al Quijote. Personajes de nuestro siglo de oro "incisivos y deslenguados", que es lo que hace faltan en estos lúgubres tiempos. Pero con "tanto gilipollas que hay", no hay tiempo de sentirse triste, sino aplicar la sonrisa... y eso que "ponemos la televisión cada día y salen cada vez más gilipollas. Por eso tenemos que buscar los referentes hace 400 años". Moncho, el único ser de este mundo capaz de poner juntos en la misma frase a Franco y Pablo Iglesias (a los dos, al del PSOE y al de Podemos), califica de "animalada" la subida del IVA al 21 por ciento, "masacrando al artista, pero claro, que vamos a esperar de una gente que no va nunca al teatro y que cuando va es porque allí no se les ve". También se extraña de que la crítica resbale a los políticos. "¿Es que no ven las chirigotas de Cádiz? Pues no", sentencia.

Pero dejando atrás las bromas (bueno, no, ahora las retomamos), de Moncho Borrajo se admira su capacidad para la valentía en escena; de poner en pie montajes que con otro actor sería imposible. Que lo haga La Fura dels Baus, vale, porque son tropecientos mil, pero que lo haga un gallego solo, tiene mérito la cosa. Esa audacia la explica así: "en el teatro no soy tan osado, puesto que era peor cuando hacía salas de fiestas, porque ahí te dicen de todo. A mi una vez me dijeron "maricóooon" y yo le respondí "psicólogooooo".

Showman, cantante, compositor, actor.... Pocos palos le quedan a Borrajo por tocar. El aprendizaje en las noches del Cleofás y otras salas de fiesta fue amplia y queda reconocido su agradecimiento a esa etapa de su vida, pero Moncho piensa que aún le queda algo por hacer como por ejemplo "un espectáculo enteramente dedicado a los niños con mi nariz de payaso. Un espectáculo de caca, culo, pedo, pis, y que los niños se diviertan. Los niños son seres que piensan y hay que darles algo decente. Además, son público difícil, porque cuando hay algo que no les gusta, no se ríen".

Y que no me entere yo que a Moncho lo llaman antiguo, porque ahí donde lo ven, también fue pionero en la cosa de los monólogos. Cree que en este mundo "hay mucho localismo, porque el humorista catalán no va a Andalucía, por ejemplo. Otro problema que veo es que la mujer no ha entrado en el humor como debiera". Además, reivindica a monologuistas clásicos como Paco Gandía, genio y figura donde los haya y Gran Maestre de los Chistes sobre Garbanzos.

Pero volviendo a Yo, Quevedo, Borrajo estará acompañado en escena por Lucía Bravo, que tratará de darle un contrapunto importante al actor principal. Las voces de Carlos Latre y una escenografía muy detallada arroparán a los actores en escena, en especial a un Borrajo que se transmutará cada dos por tres en Quevedo, aplicando las artes de la improvisación, el humor más descacharrante y la crítica más mordaz y sanguinolenta (vale, me he pasado un poco... pero solo un poco). El actor gallego añade que "siempre habrá toques escatológicos y de ternura, si no, no sería yo. Quiero que la gente se lo pase bien durante todo el espectáculo. Que ría, pero que también piense". Borrajo agrega que "la magia del teatro está en dejar con la boca abierta al público con todo, desde la escenografía a la actuación. Las obras de teatro de Ikea, con su saloncito falso, no me gusta. Puede no haber escenografía cuando el texto te lo da todo un Darío Fo, pero si no, hay que ofrecer algo especial". Y todo ello con grandes dosis de sátira puesto que "el humor es un arma y una medicina. Si estamos aquí, sufriendo este terrorismo cultural, tenemos que ir a por todas, tenemos que pelear por nuestra cultura", apostilla un Borrajo que se muestra muy herido por la situación de la industria cultural en España, atenazado por impuestos salvajes y por darle vida dentro de ambientes culturales a gente que no es de esta esfera. Belén Esteban apareció en nuestras mentes.

Y es que Moncho es alguien cercano. Alguien que parece tu amigo y que te explica que los políticos y el aloe vera se parecen mucho porque cuantas más se les investiga, más propiedades se les descubren. Una persona, un actor, revestido de personaje que con dos minutos de charla con un servidor, ya tiene acento andaluz: "a mi me encanta Andalucía y tengo una relación muy estrecha con esta tierra. Para que en Cádiz me llamen maestro, hay que tener cojones". Y ahora se la patea, desde Jaén hasta Chiclana para divertirnos y hacernos pensar de forma crítica con Yo, Quevedo. Disfruten ustedes que son poderosos caballeros,... aunque no tengamos dineros.

Y para finalizar, ¿cómo querría Moncho Borrajo que se le recordase? A mi como persona.
Pues eso. Con todos ustedes, una buena persona. Moncho Borrajo.

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