viernes, 19 de noviembre de 2010

REALIDADES, MORALIDAD Y GRACIETAS


V
ivimos tiempo deshumanizados. Tiempos en el que ciertos valores han caído en desuso y que son pisoteados por gentes sin escrúpulos. Hace unos días lo pudimos comprobar por partida doble.

En primer lugar, la Asociación de Defensa y Ayuda a la Mujer y al Consumidor (ADAM), hacía públicas las estadísticas de este 2010 de su Servicio de atención a menores víctimas de agresiones sexuales. Sorpréndanse: siete casos, siete dramas.

Los menores pueden caer en varios agujeros. Asociaciones como ADAM están ahí para prestar su asesoramiento y su apoyo (en este caso, en los que son víctimas de agresiones sexuales). También las administraciones públicas disponen de recursos que pueden activarse en caso de que el daño se haya hecho.

En el caso concreto de los menores víctimas de agresiones sexuales, hay que actuar de raíz. Mediante asistencia sanitaria y psicológica, intentando que puedan sobreponerse a un trauma causado por personas con graves desequilibrios psicológicos y sociales. Ante estos individuos, la asistencia también debe ser necesaria, primero con medios correctivos de conducta y por supuesto, con la acción de la Justicia, por la clara comisión de un delito.

Jugar con menores es casi tema tabú. Tal y como están las cosas, parece que nos estamos insensibilizando ante las pequeñas tragedias cotidianas que resultan ser los casos de abuso. Pequeñas para los medios de comunicación (ocupan poco espacio, seamos sinceros), pero grandes para las familias y sobre todo para esos niños o jóvenes que sufren tal impacto psíquico que tardan mucho en recuperarse... si es que alguna vez lo consiguen.

En segundo lugar, nada ayuda a la labor de estos colectivos, manifestaciones (en teoría, gracietas), de individuos tan repugnantes como Salvador Sostres. Lo que dijo en Telemadrid es de juzgado de guardia. Lástima que a algunos políticos, ésto le traiga un poco sin cuidado.

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