lunes, 29 de noviembre de 2010

¿QUERIDO? MAESTRO


L
as cosas cambian. Para todos. Años ha, el maestro de escuela (nombrado así, de esta forma cuasi romántica), era una figura respetada porque ya de por sí tener la maestría era un plus de prestigio social y además, porque también se hacía respetar, ora con su buen hacer, ora con una rectitud ejemplarizante a prueba de bombas y que muchas veces tenía en ciertos castigos físicos (aceptados socialmente), una prueba más de esa seriedad.

Los tiempos avanzan, las leyes educativas cambian y las personas son otras. Hoy, en la escala de valores del éxito, ser maestro es algo que está al alcance de muchos y la figura de profesor ha caido en una especie de desprestigio, no por culpa propia, sino por un cóctel de razones que han hecho que este colectivo esté en el punto de mira, ya sea por sus reivindicaciones o por el papel que actualmente juega en la sociedad.

Dicho esto, nos encontramos con una ola de protestas contra la desprotección que sufren los docentes (en Primaria y Secundaria) en las aulas. Y aparecen atisbos de soluciones como el Defensor del Profesor que algún sindicato ha reivindicado, una idea sobre la que profundizar pero que llegará a ser sólo un parche sino se ataja el problema desde la raíz. Y aquí, ese problema radica en qué modelo educativo queremos, en las funciones de los padres en la formación de sus hijos (ya lo hemos dicho muchas veces esta tribuna, muchos padres han dimitido de su papel de educadores y se lo han endosado a los profesores, que no nos equivoquemos, son formadores y no educadores), en la propia actitud de niños y jóvenes, circunstancias que deben ser corregidas desde un principio. Defensor del Profesor, sí, pero ojalá lleguemos al momento en que no necesitemos acudir a una figura como ésta.

Foto: raul.lamula.pe

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