domingo, 14 de noviembre de 2010

PINTAN BASTOS (NEGROS)


M
ientras Zapatero le echaba una carrerita al premier Cameron allá en el lejano Oriente, un español moría en las polvorientas calles de El Aaiun, y todo ello bajo la escrutadora mirada de la policía marroquí y la desafiante política de Mohamed VI en la antigua colonia española.

Para el Gobierno español, lo prioritario es la relación con el reino alauita. Bien. Debemos entablar nexos de buena vecindad con los países limítrofes, más si cabe, cuando nos jugamos muchos temas importantes con los que están al otro lado del estrecho de Gibraltar. Sin embargo, la pasividad del Ejecutivo central en el conflicto del Sahara occidental resulta desasosegante, habida cuenta que moralmente, España tiene una deuda con aquellos territorios.

Zapatero debe plantarse ante el rey marroquí. Debe cesar el juego del palo y la zanahoria con este país que lleva 35 años sojuzgando unos territorios que no quieren seguir formando parte del reino.

La responsabilidad de entidades supranacionales como Naciones Unidas y la Unión Europea también es grande. Han escurrido el bulto e incluso en los incidentes de esta semana, ni siquiera se han atrevido a condenar la acción represiva de la policía. ¿Qué más hace falta para que “metan mano” en un asunto tan delicado y en el que está claro que se conculcan a diario ciertos derechos humanos?

La responsabilidad, clara y directa, de España en este contencioso, viene de largo. No es Zapatero quien ha creado el problema, pero se puede apuntar un buen tanto si de una vez por todas, pone en su sitio a Marruecos, tirando además de UE y ONU para que insistan en un plan consensuado que dé salidas a las reivindicaciones (justas, por otro lado), del pueblo saharaui. El presidente debe escuchar el clamor popular y no salir corriendo, aunque sea con líderes mundiales.

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