sábado, 31 de enero de 2015

"Todos deberíamos celebrar que la memoria aún sigue viva"

Entrevista con Eduardo Galeano que publiqué en el desaparecido semanario Chiclana Información el 9 de mayo de 2008.


Voz pausada y certero mensaje. Eduardo Galeano nos contó historias, cuentos, relatos, y todos asistimos atónitos a las verdades (una de tantas), que el portavoz de los desarraigados y vocero de la infamia cometida en Latinoamérica, nos ofreció esta semana en la charla que mantuvo con los asistentes al Teatro Moderno. Un gran acierto de la Fundación Fernando Quiñones. Otro más.

Galeano entrevistando al guerrillero César Montes
en la selva guatemalteca, a fines de los sesenta.
Sobre memoria y desmemoria quería hablar el uruguayo. Lo hizo como mejor sabe: contando, relatando, susurrando, inoculando en el auditorio las palabras que luchan contra la anestesia de la globalización. "No tengo la menor idea de lo que escribo", dijo. No importa. Lo que hablas, Eduardo, permanece marcado a fuego. Para luchar contra la gente con pensamientos de color del agua, el "doctor" Galeano nos recetó tirar de la memoria. Más claro, agua, cuando dijo eso de "si la felicidad perfecta es no tener memoria, yo no
quiero ser feliz".

(Des)memorias varias las que ilustró a través de pequeños relatos que asaetean las conciencias dormidas del Primer Mundo. Memoria comprada, prohibida, vaciada, olvidada, pesada, quemada, resurrecta (que maravilloso el relato de Tupac Amaru y de su resurrección dos siglos después). Sigo... Memoria viva, sumergida, pintada, cantada, viajera, celebrada... De esto y de más llena sus páginas Galeano en su ya larga lista de obras. Acudan a ellas, sumérjanse en esos mundos de los que habla. Tan lejos y tan cerca.

El hombre y la Naturaleza (así en mayúsculas), son uno y dúo, dice Galeano. "Ella viene a decirnos que la tratemos con cariño, que somos parte suya. Está claro que la Naturaleza es para algunos un bostáculo para el progreso, pero no la asesinemos", solicitó este humanista, que también hizo una defensa cerrada del indigenismo afirmando que no cree que se haya acabado. "Por suerte las culturas indígenas no se han perdido. Esas culturas, las más americanas de todas, han sabido sobrevivir en muchos casos, a la desculturalización a la que han sido sometidas por diversas colonizaciones", explicaba Eduardo Galeano, mientras que resaltaba que constituciones como la de Ecuador "recuperan la cultura indígena, esa que defiende la comunión entre tradición y Naturaleza. Por mucho que hayan hecho por romper su memoria, esas culturas siguen vivas".

El fondo de la cuestión desgranada en hora larga de conversación, estaba claro. Galeano lo explicaba diciendo que "todos deberíamos celebrar que la memoria sigue aún viva". Gran botín el que debemos atesorar con cuidado y pericia ante injerencias de desmemoriados. Como hicieron aquellos que bajo el disfraz del Descubrimiento, invadieron un continente. Galeano piensa que "el problema de esa conquista de América fue que quisieron imponer una verdad única". Y ese recordatorio de la Historia de unos y otros, le sirvió al escritor uruguayo para recordar que "los países norteños tienen complejo de maestra, al querer decidir quién va por buen camino y quién no".

Recordó también Galeano a sus amigos de la Teología de la Liberación de quienes cree que "yerran al querer ser la voz de los que no la tienen. Todos tenemos voz, pero para no ser mudos hay que empezar por no ser sordos". El valor de escuchar, por obra y gracia de un Galeano que se quejó de que "hemos sido mutilados por los ismos como el racismo, el machismo... Debemos saber que estamos condenados a una infamia perpetua".

Se fue el uruguayo con la marcada sensación de habernos llenado el alma de aquellas voces que gritan como una en busca de la memoria perdida.



Un humanista al rescate de la "América secuestrada

Los trabajos de Eduardo Galeano (Montevideo, 1940) combinan documental, ficción, periodismo, análisis político e Historia, aunque niega ser un historiador: "Soy un escritor que quisiera contribuir al rescate de la memoria secuestrada de toda América, pero sobre todo de América Latina, tierra despreciada y entrañable". Galeano comenzó su carrera como periodista en los 60 como editor de Marcha, semanario que ejerció fuerte influencia en el pensamiento uruguayo de la época y que contó con colaboradores de lujo como Vargas Llosa o Benedetti. También editó el diario Época y trabajó en la prensa universitaria. En 1973, como consecuencia del golpe de estado auspiciado por Juan María Bordaberry, Galeano fue capturado aunque pronto se exilió en Argentina donde fundó la revista cultural Crisis. En 1976, cuando Jorge Videla tomó el poder en Argentina mediante un golpe militar, su nombre fue agregado a la lista de condenados a muerte, razón por la cual se vio obligado a huir nuevamente, esta vez con destino a España, donde escribió la trilogía Memoria del fuego. Galeano reside desde 1985 -tras finalizar la dictadura uruguaya- en su Montevideo natal. Sus dos obras más importantes son Las venas abiertas de América Latina (1971), un acta de acusación de la explotación de Latinoamérica por poderes extranjeros a partir del siglo XV, en la que su extensa bibliografía y minuciosa investigación permitió al autor plasmar las distintas problemáticas del subcontinente, y Memoria del fuego (1982-86), relato de la Historia de América dividida en tres tomos. Sus personajes son generales, artistas, revolucionarios, obreros, conquistadores y conquistados, quienes reflejan la historia colonial del continente. Sus últimas obras son Espejos. Una historia casi universal, Los hijos de los días y Selva vida. Como buen amante del fútbol, también ha relatado sobre este deporte en libros magníficos como Su majestad el fútbol o El fútbol a sol y sombra.

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