miércoles, 21 de enero de 2015

Ese pensamiento triste que canta alegre Mariel

Perdone usted don Enrique por robarle la frase, pero me parecía más acertado trastocarla un poco para titular esta humilde crónica. Está usted en lo cierto, señor Santos Discépolo: el tango es un pensamiento triste que se baila, pero el otro día oyendo cantar tangos a Mariel Martínez, sentí alegría. Es lo que tiene la música, que hasta las más tristes te iluminan el alma. Le sucede a uno con el blues y el flamenco, y el lunfardo del tango y la milonga me arroja a los mismos sentimientos.

Pero Mariel, voz aguerrida cuando la historia se torna dura y cadenciosa, mimosa y delicada cuando hay que arrejuntarse porque de amor hay que tratar, no estuvo sola. Junto a ella, sus compinches de La Porteña Tango Trío, acompañamiento musical que no son meros comparsas porque los chicos son muy maestros en lo suyo. Alejandro Picciano a la guitarra eléctrica, Federico Peuvrel al piano y Matías Picciano, que con solo 19 años, saca pura magia del bandoneón.

La alegría a la que nos indujeron los cantes de Mariel fueron puro gozo, por inesperados y por lo versátil. Versátil porque supo combinar el tango de raíces más puras (aunque decir esto es una boutade, teniendo en cuenta los orígenes tan diversos que este tiene), con candombes, milongas y "valsecitos". Primorosos en su ejecución vocal y acertadísimos en su acercamiento musical. Cierto es que termina uno moviendo los pies al son de los estilos más bailables. Tenemos que agradecer, pues, a los artistas, su apuesta por ofrecer al respetable un repertorio tan variado y que mezcló momentos de introspección con otros de pura fiesta sonora. Cuánta emoción y qué belleza destilaron interpretaciones como la de Yo no sé qué me han hecho tus ojos, del maestro Canaro. Vibrante.

Lo de inesperados lo decía porque escuchamos tangos poco conocidos para el público en general. Son clásicos por cuanto son años y años los que llevan cantándose y bailándose, pero no son los diez o quince famosos. No escucharán ustedes en la voz de Mariel Volver o A media luz, ni siquiera Por una cabeza (mi favorito) porque son composiciones universales y hay que dar sitio y cabida a los que menos fortuna han tenido o simplemente, a los nuevos tangos que están por llegar. No siempre podemos representar a Shakespeare o a Lope de Vega. Pues lo mismo. Agradecidos por el esfuerzo en la difusión de ese otro tango que también emociona. Y emocionados salimos del Teatro Moderno donde tuvimos el lujo de acompañar a Mariel y a La Porteña en su travesía por territorios rioplatenses. Vinieron a presentar su último trabajo Buenos Aires... Cuando lejos me vi, pero por un ratito nos sentimos atorrantes deambulando por el barrio de Caminito rumiando en lunfardo. Fíjense todo lo bueno que nos dieron Mariel Martínez y La Porteña Tango Trío. ¡Qué bueno que vinieron!


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