domingo, 1 de mayo de 2011

REFORMA ¿QUÉ?


C
rece, crece, crece. El número de parados en España aumentó en el primer trimestre del año en 213.500 personas, lo que deja el total de desempleados en 4.910.200 personas, nuevo récord y muy cerca de los temidos cinco millones que nadie quiere mentar pero que todo el mundo ve. Algo vergonzoso para un país que quiere codearse con la Primera División económica, pero que sólo encuentra problemas para mantenerse y no descender al pozo. Comparado con el año pasado hay 297.400 parados más, según la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). No por esperado, duele menos, pero algunos parecen querer encontrar en ese resquicio, el único consuelo de unas cifras que son para olvidar cuanto antes.

Vayamos al grano. ¿Para qué sirve la reforma laboral? Se nos presentó como la panacea, como el gran asidero al que sujetarse puesto que según el Gobierno de Zapatero, sería la herramienta ideal para corregir los desajustes de un mercado laboral que arrastra, y eso es totalmente cierto, defectos que no han desaparecido con el tiempo. Puede que sea falta de otra cultura del emprendimiento, de otra forma de ver la creación de riqueza por parte de los empresarios, pero lo que más parece es que sea una nueva muestra de la indefinición en la que se ha movido la política económica en general, y la laboral, en particular, del Ejecutivo presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, al que nadie negará su aportación en conceptos de políticas sociales, pero que dejará un pesado lastre en forma de cinco millones (sí, sí, admitámoslo), de personas desempleadas.

¿Por qué no funciona la reforma laboral? En primer lugar, por el propio escenario español, con un modelo de empleo totalmente descontextualizado, antiguo, obsoleto y con rémoras procedentes de sistemas precedentes (existen mecanismos legales que existían en la dictadura y que aún no han sido modernizados). Por otro lado, el documento fue presentado a patronal y sindicatos con ciertas dosis de imprevisión y con propuestas-parche (algo del modelo alemán como la reducción de la jornada laboral, algo del austriaco como los fondos de capitalización), pero con escasas ideas nuevas realmente aplicables a un mercado laboral, donde ha primado en la negociación el abaratamiento del despido como modo de crear empleo (parece un sinsentido, ¿no?).

Probablemente, haría falta un escenario más amplio donde una reforma laboral sensata se vea acompañada de incentivos para que las empresas encuentren suficiente crédito para rearmar su actividad. Eso, y que los de siempre no sean los que paguen el pato de incompetencias, imprevisiones y desatinos varios.

Foto: im-pulso.blogspot.com

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