jueves, 16 de septiembre de 2010

IGUAL PERO NO LO MISMO


Z
apatero apareció por el Congreso para rendir cuentas sobre la presencia militar española en la misión de paz (curiosa nomenclatura para una encerrona bélica como la que se está produciendo) de Afganistán. La palabrería política, en ocasiones tan vana e innecesaria, acudió a lugares comunes para definir la presencia de militares y guardia civiles españoles en tierras asiáticas. Las explicaciones a medio camino de la mesura y el desconcierto del presidente y los asertos de la oposición (cada partido con su juego) capitulizaron una parte del debate parlamentario, pero más que certezas absolutas o soluciones a medio-largo plazo, los políticos volvieron a evidenciar una sensible falta de conexión con la ciudadanía.

Y es que el pueblo no ve con buenos ojos que sus militares o sus agentes estén a miles de kilómetros enfrascados en un conflicto, que más allá de la mera anécdota semántica, provoca un drama continuado por la acción de grupos terroristas radicales.

Afganistán está en guerra. Es un hecho contrastado por más que a Zapatero este término le resulte tan esquivo como lo fue el de la crisis hace dos años. Sin embargo, es una presencia legitimada por las resoluciones de la ONU. Ojalá no tuviéramos que estar allí. Ojalá Afganistán viviera en la normalidad democrática. Ojalá los talibanes no tuvieran la ascendencia sobre la población que aún mantiene. Pero hay que estar allí debido a los compromisos contraídos como miembros de organizaciones como Naciones Unidas o la OTAN. Es la misma guerra que devasta Irak, pero en la patria de Sadam, el patético trio de las Azores buscó mentiras para montarse juegos de guerra. La legitimidad aún tiene chance en la democracia, así que respetemos y ayudemos a nuestras tropas que trabajan por el bienestar de un pueblo lejano.

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