domingo, 21 de diciembre de 2014

Mentira y conmiseración

Crítica (o intento de ello) publicada en EL PUEBLO de Albacete el 20 de marzo de 2010. La rescato ahora, época de comilonas y de bellos/as gordos/as...



Gordos reviste de metáfora el hecho concreto de la obesidad. Las capas de grasa de algunos de los personajes se configuran como un caparazón contra el que chocan aspectos como la mentira, la ambigüedad, el (auto)engaño. A modo de tragicomedia, Daniel Sánchez Arévalo intenta ahondar en las miserias del ser humano tomando la premisa de la obesidad como punto de partida. Formalmente es una excusa para hablarnos de la condición humana, circunstancia que podría haber dado más de sí en el resultado final. Gordos ataca el nudo gordiano de la cuestión en su argumento, pero se resiste a ir más allá del mero esbozo de las pulsiones que viven los protagonistas. Quizás la excesiva coralidad del reparto sea un lastre a la hora de acometer tamaña tarea (y no olvidemos que a pesar de su trayectoria como cortometrajista y de su acertado debut con Azuloscurocasinegro (2006), Sánchez Arévalo no puede pretender compararse a cineastas que han hablado de las contradicciones del ser humano más y mejor que él).

Pero a pesar de las pegas que podamos ponerle, Gordos es una de las grandes producciones españolas del 2009. El esperpento y la astracanada aparecen moteadas en el guión al que quedan asidas las interpretaciones que a mitad de camino entre la autoconmiseración, la pena, el citado engaño y la mentira, buscan desesperadamente una luz al final del túnel.

Película de actores, donde quizás ellos son lo mejor y lo peor de la función casi sin buscarlo, Gordos es un filme valiente, arriesgado, bien formulado, aunque quizás no tan bien definido. Eso sí, apunta maneras del posible gran director de futuro que puede llegar a ser Daniel Sánchez Arévalo. Esperemos que los halagos recibidos no hayan “engordado” su ego.

Addenda (diciembre 2014): Con Primos (2011), su siguiente película, Sánchez Arévalo perfiló un poco más su estilo como director y eliminó algunos errores cometidos en Gordos, mientras que en La gran familia española (2013) vuelve a los repartos corales aunque cae de nuevo en ciertos clichés de su filmografía que quedan ya demasiado repetitivos, caso de un desigual ritmo en la comedia y cierta tendencia a la sensibilidad. Pero eso sí, son películas que se dejan ver con alegría.

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