
Hay mucho más en común entre Bullitt y Harry el sucio de lo que uno cree. Si bien Don Siegel es un director original, es indudable que tomó mucho de los criterios de Peter Yates para su film. Está San Francisco, la partitura de Lalo Schiffrin, los planos alejados, los personajes lacónicos, las largas secuencias sin música, el héroe rebelde. Quizás lo que le falta a Bullitt es más carisma.
La cinta dirigida por Yates en 1968 es una película abrumadoramente lacónica. No hay muchos diálogos, y los que hay son breves. Es cierto que la trama tampoco es demasiado densa pero ello contribuye a generar una excelente atmósfera. El espectador termina por atender otras minucias, pequeños detalles que hacen a los personajes. Por momentos parece un documental. Lo interesante es que todos los trucos del director se basan en la expresividad de Steve McQueen, que aquí ofrece una de sus mejores interpretaciones. Es sorprendente lo que hace con tan poco diálogo. Gestos naturales, un par de frases que definen su personalidad, una actitud silenciosa, inteligente, desconfiada. Es obvio que el filme no sería lo mismo con otro actor.
Si bien las actuaciones van de muy bueno a excelente, el guión tiene un par de agujeros pero el clima del filme hace efectivo pensar en el mundo violento donde Bullitt se desenvuelve, y los largos silencios sirven para potenciar tanto las escenas dramáticas como las de la acción. El poder de impacto del filme está intacto.
Y por supuesto está la larga y memorable persecución en San Francisco. Es la primera escena de su tipo, filmada de un modo moderno, con planos traseros de los autos, velocidad y notable tensión. Lo que más impresiona de la escena es que está filmada sin música ni diálogos, y la única banda sonora es el rugido de los motores de los dos coches. Pero además el tono es acorde al del film; hay actuación en medio de la persecución. Los asesinos se lamentan, se meten en aprietos en el tráfico, se preocupan; Bullitt observa, decide.
Bullitt sigue siendo una película notable, un verdadero clásico. El primer policial moderno que, a 46 años de su filmación, no ha perdido su carisma. Habrá que volver a verla.
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