miércoles, 17 de diciembre de 2014

El lugar en el mundo de Carmen Laffón

Mark Rothko trazaba una línea horizontal sobre el lienzo y donde los demás solo veían una raya, él veía todo un paisaje. Algo parecido le ocurría a John Constable un siglo antes. Las construcciones mentales en la pintura son un componente esencial. La estética que va unida a la ética de forma indisoluble. La pesada carga de la pintura de paisaje es que ha estado durante mucho tiempo arrinconada, prevaleciendo su función decorativa antes que la ideológica. Porque un paisaje tiene ideología... más de la que creemos.

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Rothko trazaba líneas y veía paisajes. Quizás una joven Carmen Laffón veía esas líneas y ensoñaba lugares como Sanlúcar de Barrameda. Lugares abrigados por el sol y recogidos por el mar y el Guadalquivir. Lugares de luz y salitre. Paisajes que pintar. Carmen Laffón se abre hueco en la pintura española a base de paisajes, con la fuerza de un trazo y una mancha poderosas, con el trabajo incansable de un pincel que dota a su obra de un efectismo impactante en tiempos de renovación estilística, de buscar y abrir nuevos caminos morfológicos, de tratar de superar la pesada carga de la cultura oficial del Régimen franquista a base de una pintura que dijera algo. Pero mientras sus compañeros de generación trataban de sondear nuevas posibilidades pictóricas, nuestra protagonista buscaba nuevos mundos en estos a través de una evolución de la pintura de paisaje que hizo que la artista sevillana encontrara su hueco en una coyuntura complicada.

Ahora podemos observar, disfrutar, analizar, parte de la vasta obra de Laffón en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (en el sevillano Monasterio de la Cartuja). El paisaje y el lugar es el título de una colección que abarca paisajes sevillanos y sanluqueños, con el Guadalquivir como gran eje director de la obra de la artista hispalense, como eterno tren que se toma para el discurrir de una vida. En esos paisajes y esos lugares, Carmen Laffón busca la idea y la halla: el lugar donde se nace, donde se vive, son lugares que nos aportan información sobre quién los pinta y sobre cómo los pinta. No voy a ser tan insensato como para descubrir qué técnicas usa para dar forma a una obra sencilla (de disfrutar, que no de hacer), porque para hablar de ello, ya hay gente mucho más sabia que yo en esos menesteres. Lo simple de un paisaje que se vuelve radical, que eterniza una idea, que amplia el significado de lo estético para llegar a la esfera de lo puramente ético,... lo importante que es para un artista de la talla de Carmen Laffón su "lugar" para
encontrar su sitio en el mundo... Con eso me quedo, con una artista que ha demostrado que el perfeccionamiento y el detallismo estilístico y la profundidad estética de su obra tiene mucho que decir porque con sus paisajes, se muestra libre, trascendente, en completa complicidad con la Naturaleza. Ahí es donde encuentra respiro Laffón; al lado de su viña en La Jara, su casa en la ribera del Guadalquivir, una viña que se convierte también en protagonista de la faceta a la que Laffón le ha dedicado mucho tiempo en los últimos años: la escultura. Y ahí terminamos hallando otra vertiente sumamente atrayente de una artista global, que también encuentra ese "lugar" entre universos paralelos pero no por ello desconocidos (el Quijote, la cal, los trabajos de la vid...).

"Todo lo que veo es paisaje". Lo dijo Constable. Carmen Laffón puede agregar: "Todo lo que veo es paisaje, porque el paisaje es mi lugar".


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