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Rothko trazaba líneas y veía paisajes. Quizás una joven Carmen Laffón veía esas líneas y ensoñaba lugares como Sanlúcar de Barrameda. Lugares abrigados por el sol y recogidos por el mar y el Guadalquivir. Lugares de luz y salitre. Paisajes que pintar. Carmen Laffón se abre hueco en la pintura española a base de paisajes, con la fuerza de un trazo y una mancha poderosas, con el trabajo incansable de un pincel que dota a su obra de un efectismo impactante en tiempos de renovación estilística, de buscar y abrir nuevos caminos morfológicos, de tratar de superar la pesada carga de la cultura oficial del Régimen franquista a base de una pintura que dijera algo. Pero mientras sus compañeros de generación trataban de sondear nuevas posibilidades pictóricas, nuestra protagonista buscaba nuevos mundos en estos a través de una evolución de la pintura de paisaje que hizo que la artista sevillana encontrara su hueco en una coyuntura complicada.
encontrar su sitio en el mundo... Con eso me quedo, con una artista que ha demostrado que el perfeccionamiento y el detallismo estilístico y la profundidad estética de su obra tiene mucho que decir porque con sus paisajes, se muestra libre, trascendente, en completa complicidad con la Naturaleza. Ahí es donde encuentra respiro Laffón; al lado de su viña en La Jara, su casa en la ribera del Guadalquivir, una viña que se convierte también en protagonista de la faceta a la que Laffón le ha dedicado mucho tiempo en los últimos años: la escultura. Y ahí terminamos hallando otra vertiente sumamente atrayente de una artista global, que también encuentra ese "lugar" entre universos paralelos pero no por ello desconocidos (el Quijote, la cal, los trabajos de la vid...).
"Todo lo que veo es paisaje". Lo dijo Constable. Carmen Laffón puede agregar: "Todo lo que veo es paisaje, porque el paisaje es mi lugar".
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