lunes, 29 de diciembre de 2014

Ella...

Mi madre me decía que todo lo que hiciera, lo hiciera con gran empeño. Y creo que lo he conseguido. Al menos he querido serle fiel a la principal enseñanza que me quedó de ella. La que me marcó, la que quería cumplir sí o sí. Mi madre se fue demasiado pronto. Tan pronto que tengo miedo de perder los escasos recuerdos que tengo de ella. Tan pronto que siento la falta de sus consejos y sus enseñanzas.

Mi madre era una mujer culta aunque apenas supiera leer, escribir y las cuatro reglas. Su pena fue morir antes de emprender unos estudios básicos en los que había puesto los ojos. Quería aprender por aprender, pero sobre todo para poder leerse un libro en condiciones. Cuando yo leía, ella me miraba con ojos envidiosos (envidia de la buena). Mi madre quería irse con el Quijote a La Mancha y Sierra Morena, quería vivir las mil vidas de Dorian Gray, sentir las aventuras en la piel de Long John Silver, adentrarse en los bosques oscuros y tenebrosos de los cuentos de los hermanos Grimm. Ella quería disfrutar de la vida viviendo otras, pero no pudo ser...

Mi madre también era una mujer culta porque me enseñó que los garbanzos que recogía mi abuelo de la huerta se tenían que limpiar antes de forma minuciosa. Que cuando cocinas arroz, la paciencia es un grado. Que el respeto por el ser humano tiene que ser una regla inviolable... Y así, muchas cosas más.

Mi madre quedaba embelesada cuando le contaba cosas que yo aprendía en el cole. Seguro que hoy estaría encantada por ver a su hijo con una carrera (eso vestía mucho en una familia de clase media-baja hace unos años) y divirtiéndose con cosas como el teatro. Seguro que le encantaría leer lo que escribo en este blog. Estaría orgullosa como yo lo estoy de ella.

Mi madre decía que viviera disfrutando cada momento...






Mamá me ha enseñado bien
Me dijo cuando yo era joven:
"Hijo, tu vida es un libro abierto"
"No lo cierres hasta que termine"...

Mama said. Metallica.

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