martes, 30 de diciembre de 2014

John Wayne saca el revólver... otra vez


Tengo que reconocerlo. En ocasiones me sorprendía la programación de Visión 6 Televisión (de Albacete), la televisión local que pertenecía a la empresa para la que yo trabajaba allí en La Mancha. Sobre todo por las peliculazas que alguna vez podía uno ver. Por ejemplo, si teníamos que pasar la sobremesa, ¿con qué mejor que con una película? Y si es un western de los de toda la vida con todos los ingredientes que han hecho grande a este género, mejor. Y si es con John Wayne, ¿se puede pedir más?

Uno de esos filmes fue Chisum (1970). Bien es cierto que es rara avis en el universo de las "pelis de vaqueros" que a finales de los 60 ya estaba “contaminado” por la influencia del spaghetti western, pero la cinta, dirigida por Andrew V. McLaglen, hijo de uno de los actores fordianos (de John Ford, se entiende) por excelencia, ofrece aún argumentos de sobra para considerarlo un pequeño clásico del que disfrutábamos en el salón de nuestra casa.



McLaglen fue ayudante de dirección del maestro Ford, y también de Bud Boetticher, otro de los grandes del género, hoy casi olvidado. De su proximidad a estos notables realizadores, McLaglen junior sólo obtuvo una enorme pericia profesional en la puesta en escena, aunque su talento distaba mucho del que poseían ambos genios. De todas formas, en su larga carrera cinematográfica tuvo éxitos de taquilla gracias a su buen pulso narrativo y a su indudable capacidad para contar historias, cono ocurre en Chisum, e incluso en géneros al margen del western, como en Patos salvajes.

El argumento de Chisum nos lleva por lugares comunes: un viejo marshall vuelve a su poblado tejano, donde se encontrará con el banco robado, el sheriff asesinado y un sospechoso de esas tropelías que resulta ser su propio hijo. Lo mejor de la película es su tono clásico, con las habituales constantes propias del género, en una historia que resulta deudora de algunas de las mejores cintas del Oeste. La mejor baza para ello es, que duda cabe, la aparición del viejo John Wayne, convertido ya por aquel entonces en un mito viviente, creador de un personaje arquetípico, un pistolero de vuelta de todo que se ve obligado a enfrentarse constantemente con revólveres hostiles. A destacar la música, que es obra de Elmer Bernstein, especialista en el género. Recuérdese, sin ir más lejos, su legendario tema principal para Los siete magníficos.

La peli del oeste de toda la vida. De ver el sábado por la tarde. Pues ale, mantita y a verla si nos la ponen un día de estos.

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