miércoles, 11 de agosto de 2010

UN INDICADOR FIABLE


N
ecesitamos una gran dosis de realidad. La precisábamos desde el inicio de esta recesión que desde hace dos años se ha convertido en un implacable desfile de cifras macroeconómicas y de conceptos un tanto obtusos que para nada sirven al común de los mortales. Aunque son indicadores válidos para testar el comportamiento de la crisis, esos indicadores parecían alejados de la realidad de cualquier ciudadano, más pendiente de ejercicios más prosaicos como el llegar a final de mes que en saber qué calificación recibe la economía nacional por parte de sofisticadas agencias de calificación.

La realidad se llama barra de pan, brick de leche, kilo de manzanas y no Standard and Poor’s o Fitch. Por eso, saber en qué estado están los precios de la cesta de la compra se configura como un indicador mucho más válido para cualquier mortal que todos los farragosos datos que nos puedan aportar desde cualquier administración. Al fin y al cabo, los datos, datos son. Para los analistas servirán para saber por dónde caminan fenómenos como la crisis pero para la población en general la crisis se traduce en que los tomates cuestan hoy más que ayer y que la barra de pan puede que suba de precio en unos días.

Sin embargo, la cesta de la compra también es “inteligente” y se comporta de forma acorde con el resto de indicadores macroeconómicos. Los precios están hoy ligeramente más bajos que hace doce meses, lo que significa que el poder adquisitivo de los ciudadanos, que tampoco es que haya subido, puede hacer frente a una situación algo más desahogada.

Se echa de menos una mirada más humana a la crisis. Al fin y al cabo, quien sufre, quien padece los rigores de la mala praxis económica no son los jerifaltes de Standard and Poor’s sino el “currito” que llega algo desesperanzado todas las noches a su casa.

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