viernes, 13 de marzo de 2015

La hora de los Biblilibers

Llegada la hora patafísica, es el momento de redimir vuestros pecados...

Y salieron a la palestra ciertos caricatos/actuantes a modo de transfiguración en persona de doctos personajes de nuestras Sagradas Escrituras, los cuales trataron de provocar la risa tonta o floja en los presentes, que prefirieron el aguantar hora y pico de cosa teatral antes de ver al Real Madrid hacer el ridículo. Ay señor, señor.

La Biblia según Warren rezaba el cartel. Salió un señor que para mi que era de Güisconsin o de Los Gallos hablando de que nos iba a adoctrinar. Seguro que era sociata. Y para empezar, pues no empezaron por el principio. Esto es, lo hicieron resucitando muertos y eso que yo sepa, sale en el Novísimo Testamento de Nuestro Señor. Pero para eso están estos modernos, para tragiversar todo, incluso lo que es fehacientemente real. Y allí salió un Maestro un tanto pasado de kilos y ¡con los ojos pintados! como recién salido de un after de Chueca (yo lo sé por lo que me han contado), dos señoritas que parecían modosas pero que a mi no me engañaban y un señor lleno de trapos que provocó alaridos de pavor entre el respetable. Risas ni una, que esto es asunto muy serio.

Se hizo el "milagro" y luego empezaron a decir cosas como que no tenía lógica una resurrección. ¿Pero cómo no va a tener lógica las cosas de Dios? ¡Se cree y punto, coño! La cosa divagó tanto que hasta el pobre del Maestro, más pendiente de las mangas de su camisa que del resto de actores, le dio un soponcio, se tomó una pastillita de Higrotona para la tensión alta y se fue atacado de miasmas, a tomar viento fresco. Los otros no sé si se fueron a hacer lumbre o a ver cómo iba la primera parte del partido de la Champions.

Luego volvimos a sufrir al interfecto que hacía de evangelista (por Dios, como la religión verdadera ninguna), que incluso estuvo a punto de sufrir anatema cuando osó repartir estampitas de santos. Menos mal que yo vi una y solo decía algo de unos botellines (a mi sí que me hacía falta uno, pero de oxígeno). La segunda obra también fue harto insufrible. Salió uno en bata, como si estuviera en la calle de La Palma en Cádiz, y se pegó un susto con la voz divina, aunque a mi no me engañaron, puesto que yo hablo con Él todas las noches y no la tiene tan cascada... La voz, digo.

El viejo que pretendía ser el adorado Abraham recibió el encargo divino de cargarse a su hijo, pero tranquilos todos, que era solo para probar la fe inquebrantable del protagonista. Luego salió una muchacha un tanto descocada con unos bailes insulsos y media hora después supe que era un ángel. Patochadas. Luego vino Sara, aunque a mi me recordó a mi Paqui porque tenía el mismito vestido que se compró en el mercadillo de La Longuera el domingo pasado. Y finalmente, el remate. El niño que le gustan las cosas guarras y los bocadillos, y con mu poca vergüenza. La gente hasta se reía de él.

Aquí también se trastocó la verdadera historia. Porque yo no quiero hacer espoile o como se diga, pero yo no vi ni rastro de fe, ni de violencia. Y eso en la Biblia no pasa.

Total, que me dieron langosta por liebre y encima casi eliminan al Madrid. ¡Ay señor, señor!



Abraham Maestro (con las fotos de un señor mu majo llamado Paco López. Alabado sea).

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