Y salieron a la palestra ciertos caricatos/actuantes a modo de transfiguración en persona de doctos personajes de nuestras Sagradas Escrituras, los cuales trataron de provocar la risa tonta o floja en los presentes, que prefirieron el aguantar hora y pico de cosa teatral antes de ver al Real Madrid hacer el ridículo. Ay señor, señor.

Se hizo el "milagro" y luego empezaron a decir cosas como que no tenía lógica una resurrección. ¿Pero cómo no va a tener lógica las cosas de Dios? ¡Se cree y punto, coño! La cosa divagó tanto que hasta el pobre del Maestro, más pendiente de las mangas de su camisa que del resto de actores, le dio un soponcio, se tomó una pastillita de Higrotona para la tensión alta y se fue atacado de miasmas, a tomar viento fresco. Los otros no sé si se fueron a hacer lumbre o a ver cómo iba la primera parte del partido de la Champions.

El viejo que pretendía ser el adorado Abraham recibió el encargo divino de cargarse a su hijo, pero tranquilos todos, que era solo para probar la fe inquebrantable del protagonista. Luego salió una muchacha un tanto descocada con unos bailes insulsos y media hora después supe que era un ángel. Patochadas. Luego vino Sara, aunque a mi me recordó a mi Paqui porque tenía el mismito vestido que se compró en el mercadillo de La Longuera el domingo pasado. Y finalmente, el remate. El niño que le gustan las cosas guarras y los bocadillos, y con mu poca vergüenza. La gente hasta se reía de él.
Aquí también se trastocó la verdadera historia. Porque yo no quiero hacer espoile o como se diga, pero yo no vi ni rastro de fe, ni de violencia. Y eso en la Biblia no pasa.
Total, que me dieron langosta por liebre y encima casi eliminan al Madrid. ¡Ay señor, señor!
Abraham Maestro (con las fotos de un señor mu majo llamado Paco López. Alabado sea).
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