jueves, 28 de octubre de 2010

LA BOLSA Y LA VIDA


D
e bolsas llenas y de poca vida... Si hay dinero, se sobrevive, si no, se malvive. En plan telegráfico, ese puede ser el resumen de esta visita de todos los martes al Reino de Taifa. Y como taifas, parece que tienen que subsistir los ayuntamientos en nuestro país, auténticos olvidados de esos pactos de la Transición que dieron lugar a un estado autonómico, que está muy bien, que vertebró el país de forma eficiente, pero... ¿qué ha pasado con los ayuntamientos? ¿Quién se acuerda de ellos? ¿Cómo llegan a final de mes?

La administración municipal agoniza. Años de olvido y dejación por parte del Estado han hecho que los consistorios queden en una situación un tanto delicada en lo tocante al tema económico. Se mienta la bicha (financiación local), pero poco se hace para poner remedio a una situación que en algunos casos, es límite.

En nuestros dominios, la cosa no pinta tan mal. Albacete es, según las estadísticas, uno de los ayuntamientos donde se observa un gran rigor presupuestario, habida cuenta de que hablamos de una ciudad donde, siendo importante el impacto del boom inmobiliario vivido en los últimos años a raíz de la aprobación de una Ley de Suelo que ha ayudado a crear esa perniciosa burbuja de riqueza y progreso, no se ha abandonado a la suerte del ladrillo y ha podido obtener recursos de otras fuentes. El Ayuntamiento de Albacete también demuestra que con una carga impositiva óptima en relación a la media nacional, se puede “ir tirando”, aunque esa contención en el gasto público sea marca de la casa. Está claro que la cosa no está para tirar cohetes. En esta tesitura, quién tiene que mojarse es el Gobierno. Después de que hace año y medio el ministro de la cosa territorial, Manuel Chaves, dijese que quería abrir un debate para crear una ley de financiación local que empezara a atajar los problemas económicos de los ayuntamientos, no hay indicios de que se pongan las bases de la misma. Cero en conducta para el ex presidente de la Junta andaluza que hace caso omiso a las rogativas de la Federación Española de Municipios y Provincias.

El caso es que las arcas de los ayuntamientos están peladas, y ahogar a los ciudadanos con más impuestos y más tasas, no es la solución. Se paga lo que se tiene que pagar porque es nuestra obligación como ciudadanos, pero en tiempos de crisis es mala idea acudir a una subida desmesurada en la recaudación porque si no estaríamos volcando todo el peso de la crisis en los más damnificados por la misma.

El quid de la cuestión es: ¿qué planes tiene el Gobierno para acometer una reforma en las haciendas locales? De momento, al ministro Chaves ni está, ni se le espera.

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