jueves, 3 de junio de 2010

QUEMADO, ALBÓNDIGAS, ALBACETE


T
res días, tres. Descanso, asueto, puente. Gloriosos conceptos para quien puede disfrutarlos y no tener que atender los discursos de rigor y los reconocimientos del Día de la Región. Unos cuantos albaceteños celebraron la efeméride largándose de la capital del Llano en busca de paraísos en forma de playa... o de albondiguilla...

La cercanía de la Nueva York de La Mancha con destinos de sol y playa es propicio para que en fines de semanita largos, las costas se llenen de albaceteños. “El calor de Albacete es distinto. El de la costa es mejor”. ¿Mejor o distinto? Escuchábamos a unos paisanos plantearse esta disyuntiva en pleno paseo nocturno. Aunque lo mejor del fin de semana fue... “Playas como ésta no las tenemos en Albacete”. Dios alumbró alguna mente en ese instante.

Los paseos cuasi veraniegos suelen dejar en la cuneta algunas víctimas. Ciertos incautos que por no hacer caso de sabias recomendaciones, salen a pelearse con la canícula y terminan claudicando ante la quemazón del astro rey. Un poco de after sun y listo.

El episodio chiringuitesco es otro cantar. A pesar de no encontrarnos en plena ola estival, las hordas de turistas abordan restaurantes y emplazamientos de hostelería similares en busca de las distintas variedades de arroz levantino. Reservas con horas de antelación, hacerse el hueco ante el desparrame del turista inglés que está al lado y no deja que te acomodes bien, las moscas revoloteando por la improvisada jaima, el servicio, particularmente no demasiado bueno, y un arroz pasado de sal que te lo comes por que sí. Porque es verano, porque supuestamente estamos descansando y porque es lo que hacen los españoles de bien. Las ganas de largarte a tu casa a hacerte unas patatas con huevo, aumentan peligrosamente.

El último día del puente lo dedicas a la vuelta... pasando antes por ese trocito de Suecia que se ha incrustado en mitad de la huerta murciana. Ya saben ustedes a que me refiero, así que me evitan tener que pronunciar la palabra maldita (y de paso no hago propaganda gratis, que no está el horno para bollos). Pero aunque más o menos me lo temía, me resistía a creer que entre vajillas a 18,95 y velas perfumadas a 2,95, iba a encontrarme a algún paisano... Faltó que los presentes en la celebración albaceteña del Día de la Región se fueran para la provincia vecina a buscar sartenes a buen precio.

El resto de los “llaneros”, allí estaban. Quedó el regusto dulce de meterse entre pecho y espaldas unas albóndigas suecas, regadas con salsa de nata sueca, mientras de postre te comías una tarta de almendras sueca para terminar comprando unas cuantas chuminadas que pagabas con tu tarjeta de crédito española.


Y eso, querido lector, es el descanso que cualquiera se podría haber procurado en estos puentecillos con los que el calendario nos agasaja... A buen seguro, repetiremos el ritual. Ya se sabe, somos animales de costumbre.

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