martes, 8 de junio de 2010

LA SEGURIDAD BIEN ENTENDIDA


L
a seguridad bien entendida empieza por uno mismo. Y eso Israel lo lleva hasta las últimas consecuencias. Podríamos acudir al viejo axioma de que quien olvida su historia está condenado a repetirla pero sinceramente, creo que es un recurso fácil e insuficiente para explicar por qué Israel actúa como actúa.

Lo del ataque (desproporcionado a todas luces, a pesar de lo que la caverna mediática pueda decir), a la llamada Flotilla de la Libertad ha sido un error más (que no el último), de un estado que vive amparado por el miedo. El miedo a ser atacado por los enemigos que le rodean y el miedo que el propio estado instila en sus ciudadanos como medida preventiva. Un círculo vicioso en el que los sectores más ultras de Israel parecen ser los más beneficiados. Curiosamente, el “ala dura” de la política hebrea es la que sale fortalecida en etapas en las que el miedo crece por doquier. El miedo como arma política, siempre útil, siempre efectivo.

Miedo también es el que hay en la comunidad internacional, pacata y temerosa ante un pequeño país mediterráneo pero cuyos poderosos tentáculos sirven para que el terror se convierta en una simple acción de seguridad defensiva. Es normal que Estados Unidos (ni siquiera estando liderados por el 'progre' Obama), no condene estas acciones. La inservible ONU tampoco alza la voz, maniatada por poderes externos y vetos anticuados. Los demás, condenan pero este gesto ha quedado reducido a la mínima expresión. Entonces, ¿por dónde queda la salida para este conflicto?

El ataque a estos barcos que llevan ayuda humanitaria a Gaza es el pretexto. Desde hace más de medio siglo pervive un conflicto creado por las antiguas metrópolis (creación artificial del estado de Israel sobre suelos ocupados, contestación de la parte palestina, sojuzgamiento, guerras colaterales con los vecinos, nuevos conflictos, terrorismo de baja y alta intensidad por ambas partes, fundamentalismo religioso...), y precisamente tienen que ser esas antiguas metrópolis las que pongan paz en la zona. La comunidad internacional tiene que practicar una cirugía inmediata, una cirugía de hierro, para poner las cosas en su sitio. Israel se cree impune. Los árabes se creen con derecho a responder, y mientras tanto, nosotros asistimos atónitos al dantesco espectáculo de ocupación y terror mientras comemos acompañados por el telediario de las tres.

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