viernes, 23 de octubre de 2009

LA CITA DEL DOLOR DE MUELAS Y EL PERTURBADO


E
l Führer lo tenía claro: no bastaba con que España pasara de la “neutralidad” a la “no beligerancia”. Había que convencer a Franco para firmar un protocolo que después sería refrendado junto a Mussolini para atacar conjuntamente a Inglaterra. Es la guerra, y en la guerra “es cosa de hombres”. Por eso había quedar el paso de timorato a valiente.

Para intentar convencer al Caudillo, Adolf Hitler accedió a entrevistarse con él en territorio neutral (más o menos). Hendaya, o mejor dicho, su estación de ferrocarril era el sitio escogido para un fugaz tète a tète en el que se quería atraer a Franco a otra guerra un año después de haber dado carpetazo a la Civil que dejó en ruinas a España. Sin embargo, lo que prometía ser un encuentro histórico que integraría a España en el Eje (junto a Alemania, Italia y Japón) se convirtió en una tensa negociación que separaría definitivamente los caminos de España y Alemania.

Cómo enfadar al Führer
La cita se fijó el 23 de octubre de 1940 (tal día como hoy) en la estación de tren de la localidad fronteriza de Hendaya. Su inicio estaba previsto para las 15.00 horas, pero Franco (para no contradecir la imagen típica y tópica española) llegó con ocho minutos de retraso, lo que irritó sobremanera al líder alemán.

Una vez en Hendaya, Hitler recibió al pie del tren a Franco y pasaron juntos revista a las tropas desplegadas allí. Cuando pasaron al vagón donde iba a celebararse la entrevista, alrededor de la mesa se sentaron, además de Hitler y Franco, los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, Von Ribbentrop y Ramón Serrano Suñer. Junto a ellos, los traductores Gross y el barón De las Torres.

Desde un principio, los alemanes mostraron su interés por sumar al esfuerzo bélico el apoyo español. Tras el verano, en el que consiguieron ocupar Francia (con la connivencia del mariscal Petain), las tropas alemanas se mantuvieron en la frontera pirenaica a la espera de entrar en acción. Hitler esperaba acordar con Franco la conquista de Gibraltar, cerrando así el paso al Mediterráneo a la flota inglesa. Durante el encuentro, el dictador español se mostró constantemente partidario del Eje, agradeciendo el apoyo prestado por Hitler en la Guerra Civil, pero señaló la necesidad de ayudas y compensaciones territoriales dada la crítica situación en que el conflicto interno había dejado a España. En el punto de mira, el dominio sobre el Marruecos francés y Orán, amén de algunas pretensiones sobre el Rosellón francés, región que antaño había pertenecido a España.

Las peticiones de Franco resultaron exageradas, pues Hitler pretendía aglutinar un frente común europeo contra Inglaterra que contase con la colaboración de la Francia de Vichy y los deseos españoles contradecían a los de la parte ocupada del país vecino. El interés de Hitler era el evitar que la población y los territorios africanos apoyaran a la Francia libre del general De Gaulle, refugiado en Londres.

Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, a las 18.05 horas “de forma airada y de malísimo mal humor”, según Serrano Suñer, Hitler se levantó y dio por terminada la reunión. El Führer le señaló a Von Ribbetrop que “con estos tipos, no hay nada que hacer”. Dicen las crónicas que también señaló que prefería que le sacaran todas las muelas antes de volver a entrevistarse con Franco. Según el comunicado de prensa oficial, la conferencia se celebró “en el ambiente de camaradería y cordialidad existente entre ambas naciones”. Nada más lejos de la realidad.

Acercando posturas
Para intentar acercar posiciones, los ministros de Exteriores de ambos países se mantuvieron reunidos hasta la cena oficial. La solución pasaba por la firma de un protocolo abierto en cuanto a las compensaciones que recibiría España. Tras la cena, se retomaron las conversaciones, pero el acuerdo no prosperó.

A las 00.20 horas, Hitler acompañó a los españoles a su tren. Durante el regreso, el caudillo calificó a los alemanes como “unos perturbados y unos maleducados”. Era la primera y última vez que ambos sátrapas se encontrarían.

Un amor imposible
¿Quiso o no quiso Franco combatir al lado de Hitler? Según el historiador Xavier Moreno Juliá, el freno fue el hecho de que las importaciones, que eran vitales para España, procedieran del Reino Unido. “Si Hitler hubiera accedido a las posesiones francesas del norte de África, Franco hubiera dado el paso”, asegura en su libro Diplomacia en tiempos de guerra (1936-1945). En él, Moreno Juliá ha desarrollado una extensa investigación en la que la parte más clara del encuentro corresponde a la primera reunión, trascrita íntegramente en los Documents on Germain Foreign Policy.

Desde ese momento, el único material que aporta algo de claridad se basa en los diarios, memorias y anotaciones realizados por el Barón de Las Torres y por Paul Schmidt, intérprete de Hitler que entró al vagón después de la primera reunión y que relató el encuentro en el libro Europa entre bastidores. Por su parte, Moreno Juliá asegura que Serrano Suñer se llevó parte de la información sobre el encuentro a su ámbito privado.

En cualquier caso no hubo acuerdo, por lo que España no entró oficialmente en guerra. El movimiento más directo de apoyo al Eje se produjo en junio de 1941, cuando Serrano Suñer, enfrentado a presiones internas de sectores pro nazis, envió a la División Azul, voluntarios españoles en apoyo de Alemania en la invasión de la Unión Soviética. Lo curioso es que la voluntariedad de estos soldados ha sido puesta en duda. Probablemente la mayoría acudieron, inflamados por la ideología franquista y antisoviética, aunque algunos soldados profesionales acudieron con ellos. El armamento y uniformes fueron suministrados en su totalidad por Alemania. La División Azul operó principalmente en el frente central y en el de Leningrado. Asimismo, existió una amplia tolerancia, incluso colaboración, ante la actuación de los agentes del Eje en España.

Los intereses belicistas de Franco se detuvieron ahí. Tenía por delante la dura tarea de intentar levantar a un país derruido. Lo hizo... aplicando mano de hierro.

3 comentarios:

Al-Duende dijo...

En La España de Franco, Javier Tusell también repasa con profusión de datos la fallida conversación entre Panchito Pantanos y el obsceno canciller del Rhin, un episodio de la historia con más tintes de encuentro entre Cantinflas y Charlot (con perdón para estos dos magníficos actores) que de cita de estadistas internacionales.

Al-Duende dijo...

"estos dos magníficos actores" ---> cámbiese por "los dos magníficos actores que dieron vida eterna y universal a sus dos no menos grandes personajes".

Miguel A. dijo...

Un 10, querido amigo. El señor Tusell, al que tuve el gusto de conocer en Cádiz cuando era un mero aprendiz del oficio de historiador (cosa que aún sigo siendo), conocía los entresijos del encuentro como si lo hubiese vivido in person. De hecho, cuando lo conocí era a propósito de unas jornadas sobre los primeros tiempos del franquismo... y claro, salió la famosa entrevistilla. Por cierto, no es que fuera fallida a posteriori... Conociendo los propósitos de uno y otro, la cosa estaba claranini de antemano.