martes, 27 de octubre de 2009

ESA COSA LLAMADA MORAL


É
rase una vez un empresario que se metió en negocios de transporte. Junto con un socio se sacaron de la manga una nueva aerolínea en el momento en el que el sector acababa de liberalizarse. Con una profunda ¿visión? de futuro, intentaron hacerse con un pedazo del pastel que suponen los vuelos transoceánicos con destino a Sudamérica, unos trayectos muy golosos para las compañías aéreas puesto que son miles los inmigrantes que cruzan el charco y miles los españoles que hacen el trayecto inverso para conocer aquello que una vez fue “nuestro”. También tendieron sus redes, estos avispados empresarios, en algunas rutas potencialmente rentables del continente europeo. Así fraguaron lo que en principio pareció ser buena idea y con el paso del tiempo se ha convertido en ruinosa aventura tanto para propietarios, como para trabajadores. Y eso sin hablar del servicio (por decir algo), que se le ofrece a los usuarios (y creánme que les hablo por experiencia).

El caso que llegado el momento, uno de los socios de esa compañía llegó a ser elegido presidente de los empresarios españoles. El techo de su carrera adonde había llegado rápido, rápido. Probablemente no en uno de sus aviones. Desde la poltrona patronal aconsejaba en tiempos de vacas flacas al presidente del Gobierno, a los sindicatos, a sus compis empresarios y al sursum corda, que había que acudir a la reforma laboral y al abaratamiento del despido como soluciones urgentes para acabar con la crisis. Y todo lo decía muy serio y con la conciencia tranquila que otorga el creer que otros piensan como tú. Lo que pasa es que casi siempre predicaba en el desierto porque el presidente hacía oídos sordos y los sindicatos se hacían cruces cada vez que el dueño de la aerolínea tomaba la palabra.

Desde la posición que da el verse dueño del cotarro empresarial, este señor hablaba de austeridad en el gasto público, criticaba la mala gestión del Gobierno y alababa a quien creía que lo podía hacer mejor. Pero de lo suyo no hablaba. Porque lo suyo resulta sangrante. Una compañía en práctica bancarrota que aunque alentada por la crisis del sector, algo también tendrá que ver la escasa eficacia en la gestión, unos sueldos que no se pagan desde hace cinco meses, huelgas anunciadas desde todos los frentes sindicales, pasajeros que han comprado su billete de esa compañía y que ven cómo los problemas laborales de los empleados repercuten en un penoso servicio tanto en aeropuerto como dentro de los aviones de la compañía.

Ésta es la “casa” del señor que quiere arreglar el país con sus “prácticas” soluciones. Un personaje que sin ningún pudor representa lo peor de la clase empresarial, que dicho sea de paso no se merece tener como representante a alguien así, puesto que empresarios los hay muchos y cumplidores con la decencia establecida por ley. Con la que está cayendo (fuera y en su casa), no sabemos a qué juega el presidente de la CEOE. Gerardo Díaz Ferrán está aún desplegando alas como representante de la patronal. Lo malo es que nada más iniciado el viaje, quiere impedir a sus propios trabajadores un pasaje hacia una vida normalizada en una empresa que desde el principio está cayendo en barrena. Y eso, para algunos como Díaz Ferrán, entra dentro de lo moral.

No hay comentarios: