sábado, 12 de septiembre de 2009

2001: LA INFAMIA



U
n 11 de septiembre no sólo se quebraron los cimientos de las Torres Gemelas. También los nuestros. Los de nuestro mundo al que llamamos civilizado frente a los “bárbaros” de Al Qaeda. Utilizamos la palabra “bárbaro” en su sentido etimológico literal, aquel con el que los antiguos griegos llamaban a todos los extranjeros, a los desconocidos. Y es que ese 11 de septiembre de 2001 empezamos a conocer a aquellos que estaban ahí pero que no les habíamos hecho mucho caso.

Ocho años después, queda la memoria. Los casi 3.000 fallecidos en los atentados contra el World Trade Center y el Pentágono siguen pesando como losas en la conciencia colectiva de los estadounidenses, que aún se preguntan por qué. El análisis superficial y apresurado muestra ciertas causas. La política, que algunos tildan de imperialista pero que aquí asumiremos como unilateral, granjeó la enemistad de ciertos países musulmanes. La nefasta reacción de la Administración Bush en Afganistán e Irak (los países señalados como responsables de la matanza), provocó una oleada de indignación contra Estados Unidos que aún se mantiene, a pesar de la llegada al poder de un Barack Obama, que busca más tender puentes que bombardearlos.

Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos de EEUU echan la vista para otro lado cuando alguien les dice que los talibanes y Al Qaeda fueron formados y armados con fondos procedentes de su país, que incluso los Bush mantuvieron tratos económicos con la familia Bin Laden, y que el régimen basado en el miedo implantado por el anterior inquilino de la Casa Blanca fue otro puntal más para sacar adelante sus siniestros planes contra todo lo que oliera a musulmán.

Ocho años. Por encima de reconstrucciones vanas, EEUU debe tomar esa jornada como un verdadero “memorial day”.

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