jueves, 25 de junio de 2009

RETROCEDER NUNCA, RENDIRSE JAMÁS


N
o hay lugar para los débiles de espíritu en la lucha antiterrorista. No caben las medias tintas ni la indecisión. Solo hay espacios de libertad, de esperanza y de determinación, en los que las únicas armas válidas son las que provee la democracia. Demasiadas oportunidades han tenido los pistoleros, los que juegan con el dolor de los demás, para abandonar la senda de muertes que han ido labrando durante los últimos cuarenta años en nombre del pueblo vasco. Ese pueblo que ya está harto de que se juegue con ellos y se utilice su nombre en vano, en virtud de una lucha que no tiene sentido en el marco constitucional actual.

ETA ha perdido. Lo hizo desde aquel día de 1959 en que asesinó a su primera víctima en nombre de (su) libertad, equivocado fundamento cuando se quieren imponer opiniones y razones con la pistola y la bomba lapa.

Ejemplos como el de la viuda de Eduardo Puelles, asesinado hace unos días, ya no son extraños. La valentía se ha apoderado de los vascos que quieren el fin de esta lacra y el de quienes en nombre de (su) democracia, le ríen las gracias a los terroristas y hablan de “malos momentos futuros” o de “inadecuados discursos”, cuando lo que se tiene que hacer es arrimar el hombro y arriconar a los que se encapuchan en busca de sangre.

ETA ha perdido desde que pisoteó el diálogo como forma de llegar a la paz. Todos los gobiernos, desde la reinstauración democrática, han intentado hablar con los asesinos para conciliar una salida airosa a este problema. Ahora que se han echado definitivamente al monte en busca de “la liberación del pueblo vasco”, llegan las buenas noticias de las detenciones masivas de integrantes de la banda terrorista. Es el momento en el que, ante la desesperación de las víctimas, la única salida que resta es confiar en que las ratas sigan cayendo.

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