viernes, 6 de abril de 2012

THEY COME FROM THE LAND OF ICE AND SNOW...

H
ace dos años y medio escribía una serie de tres artículos en colaboración con el compañero y amigo Raúl Moreno sobre la realidad que acaecía sobre Islandia en esos momentos. ¿Por qué Islandia? Fue el escenario casi fundacional de la crisis que nos atenaza día tras día con los ya conocidos ingredientes de esta película de terror, pésima por cierto, donde los malos son muy malos y muy patanes y los buenos no sabemos como quitarnos el susto del cuerpo.

Islandia fue prácticamente el primer país en caer en esta madeja, pero haciendo caso omiso a esos fantasmagóricos mercados que nos dirigen (por mucho que Rajoy diga que España es "super soberana") y prescindiendo de la lógica que ha imperado en las "soluciones" que han empleado otros países, optó por apoyar a quien lo pasaba peor y penar a quien los había metido en el hoyo. ¿Cómo han sido capaces de enfrentar a una crisis de dimensiones de plaga bíblica y a una suspensión de pagos literal? Acudamos a los antecedentes...

Manifestantes contra el anterior gobierno islandés.
Todo comenzó una década antes... con los bancos. El pecado de las entidades financieras islandesas (Glitnir, Landsbanki y Kaupthing) fue el haber crecido demasiado perteneciendo a un país pequeño y con una moneda que nadie quiere en momentos de crisis. Tras la privatización del sector en la década pasada, se inició una agresiva expansión exterior que llenó Europa de activos y pasivos bancarios islandeses. En poco tiempo, el crecimiento de los bancos se vio impulsado por los bajos tipos de interés a que podían endeudarse en todo el mundo para, a su vez, prestar esos fondos,... y no sólo en Islandia. Empezó la "contaminación". A finales de 2007, los activos bancarios de este país equivalían al 800 por ciento del Producto Interior Bruto y se extendían por países como Suecia, Noruega o Dinamarca, llegando incluso a las redes financieras de Alemania (Merkel) y Francia (Sarkozy). ¿Curioso, no?. Pero esa rueda de endeudamiento/inversión se detuvo en el verano de 2008, cuando ya nadie quiso prestar más a los ávidos bancos islandeses.

En octubre de 2008, el entonces primer ministro Geir Haarde (el mismo que está siendo juzgado por ser uno de los causantes del desplome del país), anunció a los islandeses medidas excepcionales para salvar el sistema bancario. El Gobierno se temía lo peor... pero el panorama iba a ser más terrible de lo que en un principio se pensaba. Esa fue la mecha que provocó el estallido de la crisis. Doce meses más tarde y tras recurrir a un préstamo internacional de casi 8.000 millones de euros bajo la égida del Fondo Monetario Internacional, la economía islandesa se colapsó.

¿Y cómo ha salido de ese embrollo? Justamente haciendo lo contrario a lo que proclamaban las recetas del FMI y que son las que se están aplicando en los países de la zona Euro, entre ellos España.

"Islandia hizo lo correcto asegurando que su sistema de pagos continuará funcionando mientras que los acreedores, no el contribuyente, asumió las pérdidas de los bancos". Quien esto declara es el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, quien sigue diciendo que "por el contrario, Irlanda ha hecho todas las cosas mal. Es probablemente el peor modelo a seguir en estas circunstancias".

El parlamento islandés aprobó una ley por la cual decidió dividir los activos y las obligaciones de sus tres mayores bancos, Kaupthing, Landsbanki y Glitnir, en función de su origen, entre nacionales y extranjeros. Por un lado, se crearon tres nuevos bancos con participación pública que vinieron a sustituir a los "bancos malos", que recibieron los depósitos y los créditos de compañías y consumidores islandeses, mientras que por otro se crearon comités para liquidar lo que quedaba en los antiguos bancos: los préstamos y las deudas foráneas que alimentaron la burbuja del país entre 2000 y 2008.

Una vez nacionalizados los bancos, el Gobierno decidió negociar con los acreedores, prácticamente todos extranjeros, y que incluían fondos de inversión y hedge funds, así como otros bancos europeos. Una reestructuración de la deuda en la que el contribuyente NO TUVO QUE APORTAR DINERO. Los acreedores ahora controlan el 87 por ciento de Arion, el sustituto de Kaupthing, y el 95 de Islandsbanki, lo que era el banco Glitnir. Una de las razones que explica cómo los islandeses se han quitado de medio el fantasma de la recesión es que los acreedores de estos bancos han asumido una quita del 70 por ciento en la deuda, según las valoraciones de los bancos. La mitad de los acreedores de Kaupthing son alemanes que tenían depósitos con cuentas a través de internet, que han logrado recuperar el principal y que ahora esperan los intereses.

Los acreedores de Landsbanki, sin embargo, sólo han obtenido un compromiso de obtener una participación en NBI, el banco sucesor. Gran parte sus acreedores eran depositantes del Reino Unido y Holanda, e Islandia ha llegado a un acuerdo para devolverles su dinero en 35 años con un interés estimable y bastante realista del 3 por ciento.

Ahora, los tres nuevos bancos, sucesores de los gigantes que llevaron al país a la ruina, registraron un beneficio de 309 millones de dólares hasta septiembre del año pasado. Sí, créanselo. El país, además de volver a crecer, tiene un inflación controlada, el 1,8 por ciento y los CDS (seguros contra el impago de la deuda soberana) han caído un 80 por ciento. De hecho, el mercado apuesta mucho más por un impago de Irlanda, Portugal, España o Italia antes que por uno islandés.

Está claro que una de las claves de la salida islandesa de la crisis está en la decisión de los acreedores de que asumieran pérdidas. Eso, junto a un decidido intervencionismo estatal, ha salvado el futuro del país. Si se hubiesen garantizado todas las obligaciones de los bancos, el país del fuego y el hielo estaría en idéntica situación que Irlanda... o España.

Foto: Raúl Moreno.


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