lunes, 24 de octubre de 2011

PASEO POR LA LIBERTAD Y LA MUERTE


A lbacete amaneció otoñal cuando los primeros brigadistas internacionales llegaron procedentes de Alicante, donde unos días antes habían desembarcado procedente de varios países. Fueron medio millar los que pisaron suelo manchego para ponerse a las órdenes de un auténtico carnicero que por sus dotes de mando fue nombrado líder de las primeras Brigadas Internacionales. A André Marty, conocido por su crueldad con el enemigo, se le debe la constitución de estos batallones de extranjeros que se dejaron la piel (y en muchos casos, la vida), durante la Guerra Civil.

Desde una perspectiva histórica, las Brigadas Internacionales representan la primera experiencia de una fuerza voluntaria global movilizada por un mismo ideario. En total, cruzaron nuestra frontera unos 38.000 soldados, procedentes de 53 países. Los estadounidenses, congregados en la brigada Lincoln, sumaban unos 3.000. Su media de edad, 27 años, hacía de ellos los más jóvenes e inexpertos. Alrededor de un centenar eran negros, y aproximadamente la mitad de estos murieron o desaparecieron en las batallas del Jarama, Brunete, Belchite, Teruel y el Ebro. Unos cuantos reposan para siempre en tierra española. Su historia quizá sea la más desconocida entre tanto relato heroico y tanta "personalidad" en sus filas (el caso más conocido quizá sea el de George Orwell que dejó su magnífico Homenaje a Cataluña como testimonio de su paso por España y por las Brigadas Internacionales).



El caso es que Albacete, como cuartel general de las Brigadas Internacionales, presenció un hecho histórico, no solo por la propia configuración de un batallón de internacionales en lucha contra el fascismo (imaginen que ocurre algo similar en la actualidad, cosa harto improbable), sino porque una de las columnas de esas brigadas, la Lincoln conformada por estadounidenses, quedó al mando de un negro: Oliver Law.

Law fue sin duda el más destacado brigadista afroamericano. Veterano de la Primera Guerra Mundial, marcó un hito en la historia de su país cuando, en el curso de la Guerra Civil, se convirtió en el primer negro al mando de un batallón norteamericano, algo poco conocido y estudiado en la historia de Estados Unidos. Durante su visita a la brigada Lincoln, un coronel del ejército estadounidense le miró extrañado: "Veo que lleva usted uniforme de comandante". Habría que esperar hasta 1950, en la guerra de Corea, para ver cómo Estados Unidos procedió a la integración de sus tropas de personal afroamericano. Law murió en uno de los episodios más sangrientos de la batalla de Brunete, cuando al frente de sus voluntarios intentaba tomar el cerro del Mosquito, en julio de 1937. Pero el caso de Law no fue el único. Entre la soldadesca, fueron muchos los que han quedado en testimonios gráficos y escritos. Incluso, existe correspondencia de brigadistas como Kanute Frankson que enviaba misivas a su familia desde Albacete o Tarazona de La Mancha, epístolas que han servido para reconstruir la vida en el frente y la forma de desenvolverse de las Brigadas Internacionales en España.



Pequeñas historias dentro de una mucho más grande, sin que ello suponga que la de estos "voluntarios por la libertad", como se les llamó entonces, haya quedado en el olvido. A partir de hoy, Albacete les rinde homenaje; vaya desde aquí mi breve, modesto pero sentido homenaje a los parias dentro del grupo de parias que un día decidieron optar por luchar contra el fascismo en un país lejano...


Hoy capturamos a un moro herido,
era tan oscuro como yo.
Le dije, ¿chico qué haces aquí
peleando contra gente libre?.

Carta desde España
.
Langston Hughes.

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