jueves, 2 de junio de 2011

¿Y POR QUÉ NO?


P
arece que el espíritu del 15-M empieza a perder fuelle. Este fin de semana se levantaba el campamento albaceteño de los “indignados”, aunque es su voluntad la de mantener la llama reivindicativa con diversas acciones puntuales, mesas informativas y el mantenimiento de los postulados que impulsaron este fenómeno hace un par de semanas. El globo se ha hecho demasiado grande y para no correr peligro de que explote, hace falta perder un poco de fuerza para sobrevivir en el marasmo que vivimos.

Ciertamente, las peticiones de los manifestantes son lógicas y hasta cierto punto, totalmente realizables. El propio sistema democrático en su pura esencia es lo que exige, aunque por los bandazos que éste ha dado en los treinta años largos que llevamos de libertad, es normal que ciertas derivas lo hayan desvirtuado.

Soy bastante pesimista. Creo que ningún cargo importante (no digo ya el presidente del Gobierno o alguno autonómico), baje a las plazas a charlar con este heterogéneo grupo social disconforme con el modelo actual de política que se practica en este país y acepte alguna de sus propuestas, pero analizándolas más concienzudamente y yendo al grano, sí que podrían tener hueco en un nivel del ejercicio de la política más concreto, más cercano, más local si se quiere. En este caso, las nuevas corporaciones que se conformarán el próximo 11 de junio, podrían dar cierto protagonismo a estas exigencias, dando salida a unas reivindicaciones que la mayoría de la sociedad cree justas. Todos queremos más democracia, más libertad, más participación y más justicia social. ¿Por qué no empezar a ganarlas desde la esfera municipal?

Podría ser un buen inicio de gestión para el Partido Popular en Albacete. Asumir como propias estas reivindicaciones que sanearán nuestra democracia y posibilitarán un ejercicio más limpio de la libertad que este sistema nos ha regalado. Dar más voz al ciudadano, abrir los presupuestos a la participación de más colectivos (o de individuos en concreto), ejercer un control más exhaustivo de las cuentas públicas, crear un sistema mixto, mitad asambleario, mitad representativo, en el que el ciudadano de a pie esté libre de tutelas organizativas para llevar a cabo ciertas acciones, hacer de los plenos municipales, el altavoz de los ciudadanos (ahora se habla, pero ¿por qué no debatir entre los concejales y aprobar directamente en esa sesión lo que los ciudadanos propongan a nuestros representantes?)...

Son muchas las acciones que se pueden realizar desde los ayuntamientos. Tienen resortes para ello y comenzar con ésto, podría ser una buena válvula de escape de esa indignación que ha acampado en nuestras calles durante las últimas dos semanas. El error sería mirar hacia otro lado. ¿Por qué no darles una oportunidad?

Foto: Carmen Moya.

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