sábado, 20 de agosto de 2011

EL AFÁN RECAUDATORIO


E
xiste en el Museo del Louvre una pequeña pero bellísima pintura de la escuela flamenca: El cambista y su mujer, obra mestra de Quentin Massys, en la que se muestra a un cambista o prestamista pesando monedas, mientras su esposa asiste a la escena más pendiente del vil pecunio que del libro de oraciones que tiene sobre la mesa. El poder del dinero sobre la propia fe.

María Dolores Cospedal tiene que ver al Gobierno de Zapatero como una especie de cambista más preocupado del dinero que de otra cosa porque, tras enunciar el Ejecutivo un nuevo paquete de medidas anticrisis, apuntó al “afán recaudatorio” del Gobierno como fin último de estas acciones.

Cuesta entender que haya afán recaudatorio tras una rebaja del IVA porque entre otras cosas, el Estado percibirá menos dinero. Menos impuestos, menos dinero... ¿Fácil no? Otra cosa es a quien beneficie más la rebaja... a los bancos o al cliente. La cuestión es que se reduce del 8 al 4 por ciento del IVA que se aplica a la compra de vivienda nueva. La actuación forma parte de ese paquete de medidas económicas para la reducción del déficit y la consolidación fiscal a las que ha dado el visto bueno el Consejo de Ministros. Lo malo es que esta rebaja del IVA estará vigente solo durante cuatro meses, así que el que se quiera beneficiar, tiene que andar presto. El ministro de Fomento, José Blanco, ha admitido que la idea responde a una “reivindicación del sector de la construcción”, incluidos los bancos y cajas que tienen un stock gigantesco de viviendas a los que no puede/no sabe dar salida. (Vale... beneficia más a esos que han creado la crisis).

Otras medidas para ajustar el maltrecho déficit estatal son la racionalización del gasto farmacéutico a través de la obligación de recetar por principio activo y no por marca, y una reforma parcial del impuesto de Sociedades que facturan más de 20 millones y que afectará a 4.000 empresas (menos del 1 por ciento del total, o sea, casi nada).

No se puede caer en el error de hablar de avaricia cuando está en juego “salvar” el déficit del Estado. Eso sí, tampoco se puede ser cicatero en proponer ciertas medidas de ahorro. Aquí uno no llega, y el otro (la otra) se pasa.

Foto: Musée du Louvre.

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