martes, 4 de agosto de 2009

LA LEYENDA DEL SANTO BEBEDOR


B
otellón. Está en la calle. Me refiero al debate y a la propia acción física de beber en la rúa. Un problemilla que no aturde demasiado a los políticos pero que de vez en cuando, como las aves migratorias, vuelve a aparecer para entorpecer el descanso de unos (vecinos) y la tranquilidad de otros (representantes públicos). Últimamente el horno no está para bollos. Prolifera el botellón en diversas zonas de Albacete, sobre todo en el Parque Lineal, y las justificadas quejas vecinales han llegado a oídos de la avispada oposición que ya las ha utilizado como ariete para dejar en cueros la presunta inacción del equipo de Gobierno.

Una vez que el debate se ha instalado en el Salón de Plenos habrá que pasar a una segunda fase: la acción. ¿Qué hacer? ¿Qué respuestas tienen nuestros políticos de uno y otro bando para poner solución al fenómeno del botellón? ¿Se acudirá a la prohibición sin más o habrá medidas inteligentes, eficaces y alternativas? ¿Quién gana y quién pierde con el botellón?

Acudamos a la casuística. Escenario 1: el Ayuntamiento decide prohibir el botellón. En el Parque Lineal ya no hay suciedad ni disturbios nocturnos causados por la turbamulta bebedora, que presta, se dirige a aposentar su etílica concentración en otro espacio público de la ciudad. ¿Prohibimos otra vez?

Escenario 2: programa de ocio alternativo. Prorrogamos las actividades del Verano Joven a todo el año. Eso significa más financiación y más lios burocráticos, amén de más debates largos (y presumiblemente estériles) en el Salón de Plenos. La maraña de jovenzuelos embotellada sigue a lo suyo mientras los políticos piensan, porque está claro que a los “niños” no se les consulta. Craso error.

Escenario 3: el Ayuntamiento coge el toro por los cuernos y analizando de dónde viene y cómo se “funda” el fenómeno botellón, consulta con los jóvenes conociendo de primera mano por qué beben en la calle, qué les resultaría más adecuado para pasar su tiempo de diversión findesemanero, y de paso se tantea a los empresarios hosteleros para ver qué salida se pueda dar al problema, tratando de que nadie pierda en el negocio...

...Negocio. Quizá sea esta una de las claves. Habiendo tratado este tema en otras ciudades, la experiencia dicta cautela ante esta última posibilidad. La clase política municipal habla de “recoger” a los chavales. Se proponen bajadas de precios a los bares para que la muchachada vuelva a llenar los pubs y se puedan tomar unos cubatas a precios normales y sin garrafón. Los hosteleros piden como contrapartida bajada en impuestos y tasas municipales. El Ayuntamiento dice nanai y los chavales siguen en la calle. Esto ha ocurrido en la realidad en otra ciudad comparable a Albacete y no hace mucho. ¿Quién nos dice que no puede repetirse aquí? Puede que tampoco exista mucha voluntad por eliminar el botellón o que no se pueda abordar el tema hasta que estemos en fase pre-electoral.

Finalmente, otro día abordaremos el problema de base: la educación. Adolescentes que van a su aire, padres que han dimitido de su función de padres, las drogas legales e ilegales que están al alcance de los chavales... Educación y ciudadanía, ¿les suena de algo? Si es que ya lo decía Platón... “El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano”. Pues eso.

2 comentarios:

Alfonso Piñeiro dijo...

¿Adivino –presumo– que esa otra ciudad es la de la Pepa?

Magnífico artículo el de hoy, Miguel Ángel, enhorabuena.

Miguel A. dijo...

En efecto, presumes bien. Fueron unas cuantas andanzas entre concejales, asociaciones vecinales y colectivos juveniles de la Tacita de Plata, mareando el tema del botellón.

Bienvenidos sean los ánimos siempre que vengan de vuesa merced.