jueves, 20 de agosto de 2009

ENCEFALOGRAMA PLANO


N
o es si Ribèry va a fichar por el Madrid, si los protagonistas de Perdidos van a salir de la puñetera isla, o si Jimmy Giménez Arnau va a denunciar a Pipi por hostiarle de lo lindo. Lo de la gripe A es nuestra particular serpiente de verano. Ríos de tinta han corrido ya hablando del dichoso virus, de su influencia, de su propagación, de su cara mortal. Gota a gota han ido apareciendo muertos y como los periodistas lo de alarmar lo sabemos hacer muy bien, damos algunas cifras escondiendo otras. Malo, malo. La autocrítica se hace más necesaria que nunca.

Pero surgen ramificaciones del tema. En estos momentos, hay una persona que sufre por la gripe A. No por tenerla, no por el miedo a un posible contagio, no por las cifras (no comparadas ni relativizadas) de afectados y fallecidos. Esa persona sufre porque un error suyo mató a una persona. Un bebé, un recién nacido hijo de una madre portadora de la enfermedad y que falleció previamente. La Parca quiso tejer un hilo demasiado débil que con sólo un leve roce se quebró, igual que la vida de ese pequeño al que quizás le esperaban cosas interesantes por experimentar... quizás no.

Esa persona que ha sido responsable de esa muerte está recluida. Todos los dedos acusadores se cebaron con ella, todos los pecadores tiramos primero nuestras piedras sin esperar a conocer la intrahistoria, a conocer por qué se produjo ese fallo. La calumnia, de la que siempre queda algo, la fatua acusación, la mirada inquisitiva de los demás y el acoso de la sociedad han acabado con una carrera profesional y casi me atrevería a decir que con las ganas de vivir de una joven que cometió un fatal error que le ha condenado sin juicio previo.

Echo en falta un debate serio, riguroso, comprometido y razonado sobre las causas que llevaron a esta enfermera a equivocarse con las vías por donde suministrar la alimentación al pequeño Rayan. ¿Alguien se ha preguntado por los turnos infernales de las profesionales de la enfermería? ¿Alguien se ha cuestionado por la inmensa presión a la que están sometidas? ¿Por qué, llegado el momento, salen en desbandada hacia países como Portugal o el Reino Unido, donde están más consideradas profesionalmente hablando y mejor remuneradas?

Me gustaría que alguien abriese el melón de un diálogo entre todas las partes interesadas: administraciones, profesionales del sector y usuarios. El que hagan falta miles de enfermeras (y enfermeros), en nuestro sistema de salud no es buena noticia. El que huyan a otros países, es una noticia pésima. El que atropellemos a alguien por un fallo que se le escapa de las manos, es infame.

2 comentarios:

Alfonso Piñeiro dijo...

Sintiéndolo en el alma, estás twitteado.

XD

Miguel A. dijo...

Hace dos años, me hubiese cagado de miedo si alguien me dice que estaba "twitteado"..., jaja.