domingo, 2 de agosto de 2009

¿DÓNDE CORTAR EL CUELLO DE LA SERPIENTE?


E
n ocasiones nos sentimos hastiados, sentimiento al que se llega por la frustración, por todos los tópicos y frases rimbombantes que los responsables políticos pronuncian después de un atentado de ETA. Como cada año, los asesinos vuelven a aparecer en verano para amargarnos la siesta estival y nuestro reposo anual. Primero volando por los aires una casa cuartel de la Guardia Civil en Burgos. Horas después, segando la vida de dos jóvenes agentes de este mismo cuerpo. Dèja vu con aroma siniestro el que cada dos por tres dejan los pistoleros, cada vez más jóvenes en la infecta labor de matar.

Tras ser abortada la vía del diálogo en varias ocasiones (incluida, no lo olvidemos, una abierta por José María Aznar cuando era presidente), a los españoles sólo nos queda acordarnos de las armas del Estado de Derecho. La actuación, cada vez más eficaz, de las Fuerzas de Seguridad del Estado, han mermado en la última década la posibilidad de actuación de una banda terrorista que en este 2009 ha cumplido medio siglo de trágica existencia.

Pero sinceramente creemos que esto no es suficiente. El problema debe ser atacado de raíz y al ser reclutados desde jóvenes, los cachorros de ETA empiezan a familiarizarse con términos como “bomba-lapa”, “amonal” o “extorsión”, desde que son unos adolescentes aquejados de acné. Esos que queman banderas españolas, que enaltecen el terrorismo en plazas de pueblos de Euskadi, esos que queman cajeros y autobuses, deben ser el objetivo. La serpiente de ETA tiene su espina dorsal (su cantera, su pervivencia futura), en esos jóvenes que están mamando el odio y la violencia larvada en el seno de una ideología caduca e incongruente con el actual contexto social y político vasco, español y europeo.

Por ello, actuar para coartar una vida encaminada hacia el abertzalismo más radical (encauzando su educación de base), debe ser la difícil pero posible tarea para empezar a cazar serpientes.

No hay comentarios: