miércoles, 3 de mayo de 2017

Aficionados a lo bueno

Debe ser cosa de la crisis. Con el 21 por ciento de IVA cultural, el descenso de espectadores en multitud de espectáculos, el cierre de teatros, el despido de profesionales y la desgana institucional que antes subvencionaba ciertos espectáculos, algo bueno tendría que tener la crisis. Y puede que estemos equivocados, pero quizás el auge de grupos aficionados al teatro sea una de las escasas consecuencias positivas de la crisis. Otra ha sido el incremento de propuestas basadas en el teatro mínimo, género abanderado en este país por los bravos chicos de Taetro.

Elenco al completo del Grupo de Teatro García Gutiérrez.
El caso es que los grupos aficionados están haciendo una inmensa labor en pro del teatro en sus múltiples facetas. Puede que no te gusten algunas de sus propuestas, algunos de sus métodos de trabajo o que reniegues de la vertiente actoral que imprimen a sus trabajos, pero tenemos que ponernos de pie para alabar el trabajo que en plena crisis, están haciendo para apuntalar esta demacrada manifestación artística.

El aplauso debe ser compartido entre los que organizan y los que ofrecen al público esa vía de escape que siempre proporciona el teatro. Esta pasada semana asistimos a una fantástica iniciativa a cargo de la Asociación de vecinos Antonio Machado de Chiclana, una entidad vecinal que no solo se dedica a las típicas degustaciones gastronómicas a las que la mayoría de estos colectivos dedican los recursos públicos con los que subsisten. Ellos no. Han llamado a varios grupos de teatro aficionado con la suficiente solera como para gustar al público y han montado una semana de espectáculos bajo el epígrafe ¡Viva el teatro! que vuelve a demostrar que ciertos colectivos están para llenar los huecos que la administración pública no puede o no sabe como cubrir.

'La reliquia'.
Y tres grupos teatrales pasaron por esta iniciativa dedicada a los aficionados. Debemos descartar cualquier matiz peyorativo a esta denominación después de ver cómo se desenvolvieron Labaranda Teatro con Y después de los polvorones, ¿qué?, obra original de Mari Carmen Navarro y dirigida por Gari León de la que ya dimos buena cuenta en esta crónica. Hizo doblete el Grupo de Teatro Ilusión bajo la dirección de Pepa de España que presentó dos textos plagados de las ya conocidas características de su teatro: humor, buen rollo, interpretaciones atinadas, bien ajustadas y con un ritmo y un dinamismo que para ya quisieran algunas compañías más "profesionales". ¡Y que le guste a mi madre! y La reliquia fueron los dos nuevos textos que Pepa presentó ante una rendida congregación de fieles. Y para alabar también el trabajo de Angelines Domínguez Iceta con el Grupo de Teatro García Gutiérrez que pusieron en escena el texto de Galdós, El tacaño Salomón, una buena muestra de teatro "de alcoba" de principios del siglo XX y con el que este ramillete de artistas arrancó los aplausos del respetable, premiando el esfuerzo y la tenacidad de unas actrices para las que subirse a un escenario es un motivo de aprendizaje y una oportunidad para la realización personal.

Aficionados sí. Pero a paladear buenos productos. A sentir el buen pulso del teatro. A palpar el buen trabajo de gentes que por encima de todo, quieren recordar que aún siguen vivos en mitad de esta crisis moral que nos inunda.

Oscuro, telón y salva de aplausos.

Fotos: @zuhmalheur.

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