viernes, 3 de marzo de 2017

La Santa Cofradía de Todos los Paletos

Imaginen que por esos casuales de la vida a un chiclanero le da por sacar un paso procesional con la imagen de la Princesa Leia (que los dioses la tengan en la gloria) por las calles del centro de Chiclana (una calle que está abierta al tráfico, lógicamente). Y que ese paso a las diez de la noche interrumpe el normal discurrir del tránsito de vehículos. Imagínense que en ese momento llega una ambulancia en servicio trasladando a un enfermo urgente. Seguro que pondrían a caer de un burro a ese chiclanero e incluso la Policía Local lo denunciaría...

Pues paren de imaginar.

Ahora la realidad. Iba el que esto suscribe en su vehículo minutos antes de las diez de la noche por la calle Concepción (junto al Mercado de Abastos), esquina con Caraza y me encuentro a una cuadrilla de muchachos ocupando todo el ancho de la calzada con su paso procesional. Estaban ensayando su próxima salida en Semana Santa. Me paro. Un minuto, dos... hasta que me canso de esperar y de obstaculizar el tráfico (algunos que iban en mi dirección, tomaron la contraria para hacer el rodeo) y les digo que no tienen derecho a ocupar de esa forma la calzada. Transcribo lo que ocurrió a continuación de forma más o menos literal con el que al parecer es el líder de la manada... perdón, capillitas (por cierto, desconozco a qué hermandad o cofradía pertenecen):


Yo: Oiga, esto no puede ser. Imagine que voy con urgencia o que llegara una ambulancia en este momento. Tardan ustedes casi dos minutos en apartarse de la calzada. ¿Qué pasaría?

Capillita: Ya, pero no ha pasado nada, ¿a que no? Además estás esperando lo mismo que cuando hay tráfico.

Yo: Pero no hay tráfico. No pueden ocupar la calzada como ustedes quieran.

Capillita: Po sí que podemos. Tenemos permiso.

Yo: Tendrán permiso, pero no es lógico que yo tenga que esperar parado en plena calzada porque ustedes en vez de ensayar en un descampado quieren hacerlo en una calzada. Calzada cuyo uso pago con mis impuestos de circulación.

Capillita: Po se espera.

Yo: Ya, pero es que no tengo necesidad de esperar porque quiero llegar a mi casa. Y además, con mis impuestos hago algo más. Pagarles a ustedes el derecho a salir en procesión cada semana santa.

Capillita: Ji ome. Yo también pago impuestos pa ti.

Yo: Vuestras subvenciones y convenios los pagamos todos, amigo. Y ahora mismo se están quitando de ahí o llamo a la Policía Local.

Capillita: Po llámala. Ya te hemos hecho hueco.


En efecto hicieron un hueco escaso para mi coche... Sigo.


Yo: Deberías hacer más espacio porque puedo pillar a alguien.

Capillita: Como yo te vea que pillas al alguien te vas a enterar.

Yo: Vas a tener que mejorar tu educación. Es una conducta poco católica la tuya,

Capillita: ¡Vete por ahí!


Y mientras me alejaba de la escena de los hechos, por la luna trasera de mi vehículo, vi asomar el dedo corazón en señal de peineta del susodicho líder de los capillitas, mientras los más jóvenes del grupo jaleaban el cristiano comportamiento de su jefe.

Es de suponer que la Policía Local esté controlando a un grupo de ciudadanos en cualquier actividad que necesite de ocupar la vía pública. Pero allí no estaba ningún agente. Tampoco los llamé por una razón muy clara: nada iban a hacer porque en este pueblo hay ciudadanos de primera (ellos) y ciudadanos de segunda (los demás).


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