miércoles, 7 de septiembre de 2016

Los paseos de Quiñones

Todo me falla, hasta la muerte

Al-Mutasim, rey andalusí de la taifa de Almería (1037-1091)
Palabras dichas cuando en su propia alcoba reñían quienes lo destronaban.


Era yo un pipiolo en la Universidad. No recuerdo si aún estaba en mi primer año en la carrera de Historia o en el segundo. Qué más da...

Por aquellos días era yo propenso a faltar a clases (por aburridas y poco interesantes) y a pasear por las calles de Cádiz, parándome en rincones y en tascas, a veces incluso acompañado de libros que sacaba de la biblioteca del centro. Libros que casi nunca eran de la temática que estudiaba y sí de conocidos como Shakespeare, Nicolás Guillén, Kavafis, Vázquez Montalbán... y Fernando Quiñones.

Era yo un pipiolo universitario que una tarde fresca de otoño cruzaba la plaza del Mentidero en dirección a la Facultad cuando me cruzo con Quiñones, el padre de Cantueso y de la Legionaria, el viajero y narrador de crónicas, el amante del cine y el flamenco acompañado con unos vasos de fino, el desaliñado muñidor de géneros, el escritor...

-Buenas tardes, don Fernando...
-Muy buenas, muchacho.

Ese fue el día en que conocí a Fernando Quiñones. Y me bastó con eso. Desde entonces, ardo en sus palabras.


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