Foto: Paco López |
Pero las preguntas quedaron en el aire y las respuestas se dieron por sabidas, toda vez que intuimos que el Capital es malo maloso y lo bueno es "cambiar el mundo" desde un punto de vista un tanto näif. Ojo, no quita esto a que Alberto San Juan tenga más razón que un santo, pero la manera de exponer los eventos peca de romanticismo que no despoja de cierta credibilidad al mensaje general.
Las grandes corporaciones, las entidades supranacionales, los gobiernos de uno y otro bando, la relajación ciudadana, la CIA... Todos se llevaron un repaso exhaustivo en boca y piel de Alberto San Juan, que luchó denodadamente por no decaer en el ritmo, sabedor de la gran cantidad de información que estaba proporcionando. Las gotas de humor fueron su principal aval para alejarse del aburrimiento y la conexión con el público fue total, cosa que se agradece en un formato extraño (aún ando buscando cómo denominar este género de actuación) que a pesar de lo desnudo de su propuesta gozó del favor del respetable.
¿Qué busca Autorretrato de un joven capitalista español? Ser correa de transmisión de quienes quieren cambiar el statu quo, precisamente de lo que Alberto San Juan estuvo hablando en este mismo medio en la entrevista que le hicimos hace unos días. De saber que de esos barros, tenemos estos lodos y que hay cambio posible. Que sí se puede, bramaba sobre el escenario el madrileño, pero pudiendo en confluencia. La unión que hace la fuerza, vaya...
P.D.: Ya sé como llamar a este nuevo género de actuación. Borrajismo.
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