jueves, 2 de julio de 2009

LA FUTILIDAD DE UN NOMBRE


R
eunión vespertina en algún periódico deportivo de tirada nacional:

-Oye, ¿qué ponemos de portada?

-A ver, tiene que ser del Madrid. Tiene que ser algo de utilidad. ¿Villa? ¿Ribery? ¿Kaká? ¡No! Mejor CR7.

-Pero no ha hecho nada noticiable.

-Sí, sí. Ha ido al peluquero y se ha cambiado el peinado, ahora lo tiene más de puntita.

Yo me imagino alguna conversación de estas en algún sesudo consejo de redacción. La nadería más absoluta, la futilidad de un acto como el ir al peluquero, el estar de vacaciones en Los Angeles o el acudir al dentista, es noticia de portada ante la escasez de argumentos y la necesidad de vender como sea un icono que va más allá de lo futbolístico. Made in Florentino Pérez, el hombre que se fue aquejado de unos males que no ha sabido solucionar. Un hombre que piensa en el negocio por encima de cualquier cosa, que compra futbolistas para exprimir su imagen, para llenar las arcas del club de Concha Espina y al que se le puede aplicar aquello del “caballo grande, ande o no ande”. Su Madrid tiene que ser el más brillante, el más fastuoso, el más caro, el más glamouroso. Un lugar que abonado con un Cristiano Ronaldo en pleno auge, es lo más parecido al Edén de los posturitas, de los hipermegasuper fashion peloteros con los que se encapricha Florentino. Cristiano Ronaldo llegará a Madrid en unos días y el Real empezará a llenar las arcas que casi expolia Calderón en la anterior etapa.

No voy a meterme en si el fichaje del portugués es ético o no. Eso son minucias. Si te ponen un precio y viene otro y lo paga, perfecto. La diferencia es que yo no pagaría por un chaval de 24 años, casi 100 millones de euros, porque no los tengo. FP sí. Lo que veo con inconcebible asombro es cómo el fútbol tiene ese poder hechizador, hipnotizante, subyugador. Te ponen sobre la mesa un par de fichajes de relumbrón y las críticas de ayer se convierte en “ilusión”. Una “ilu” que te hace "ganar” la Liga, la Copa y la Champions. Porque tú también “ganas”. Ojalá también “ganásemos” el mismo sueldo mensual que los CR7, Kaká and company. Pero, seguro que ahí ya no llegamos.

Todo esto me llama la atención porque creo que este leviatán en el que hemos convertido al fútbol (con las principales audiencias televisivas, con fichajes carísimos, con manejos mil millonarios de dineros, con intrigas, con corruptelas, etcétera), desvirtúa por completo la simple práctica deportiva. Lejos quedaron aquellos gentlemen ingleses que a finales del siglo XIX, impusieron el foot ball en las minas de Río Tinto, en Huelva, donde este deporte de caballeros germinó en nuestro país.

Por fortuna, y para quitarnos de este mal sueño en el que se ha convertido el balompié mundial, aún nos quedan ejemplos de pureza futbolística. Si quieren comprobarla, vivirla, unirse a ella, acudan a un partido de chavales, de infantiles, de alevines, de cadetes. El fútbol está, aparte de en sus piernas, en sus ojos, en sus ganas por despuntar más que el oponente. La meta a la que quieren llegar estos chicos es una línea: la que cuando es traspasada por la pelota se transforma en la alegría del gol. Lástima que otros con más fama y oropeles, conozcan mejor otras rayas...

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