martes, 12 de diciembre de 2017

Apuesta a ganador

Foto: @zuhmalheur
Jugar solo es muy triste. No hay interacción, no buscas las miradas de los amigos, no encuentras la sorpresa en cada momento, sabes que siempre saldrás ganador del envite. Lo dicho, es triste. Por eso, hay que encontrar la complicidad en el otro, el entendimiento, el saber que hay un enfrentamiento cordial en el que dos, tres o más partes se lo apuestan todo para salir vencedores. Y Juan Carlos Avecilla es uno de estos locos osados.

Lo es porque sabe exponerse. En el mundo del arte es necesario ser un valiente, querer mostrarse aunque sea para equivocarse. No fue así en esta ocasión. Con Tic Tac Toe, el bailaor chiclanero trajo a las tablas del Teatro Moderno (después de presentarse el año pasado con Melómano) una idea para arraigarla en baile, en cante y toque esenciales, de amplio registro, de gran hondura y calado. Y lo hizo con la ayuda en la parte musical de Daniel Yagüe (guitarrista de raigambre, de toque atávico, que se hace notar sin casi percibirse su maestría) y con las voces serenas y sencillas de Desirée Paredes y Pablo Oliva: ella, sentimental y muy vivaz; él, grave y depositario de los cantes con más solera. Con este acompañamiento se construyó la historia de Tic Tac Toe, una coreografía barroca, conceptual, intensa y preciosista, que gusta de recrearse en detalles, en escorzos, un auténtico ejercicio de interpretacion y de caracterización del personaje del que Avecilla supo sacar todo el jugo.

Poseedor del toque magistral que muy pocos bailaores pueden demostrar ante el público, Juan Carlos quiso jugar con el respetable y con sus compañeros de escena. Sus gestos contaban una historia de felicidad, de ingenuidad, de sonrisa perpetua anclándose a los cantes y bailes más genuinos. Una auténtica clase para profanos en la materia ya que se recorrieron palos de muy diversa condición, pero también un divertimento de altura para aquellos entendidos en la materia. Del polvo que levantaban los pies de Juan Carlos del escenario surgían los ecos añejos de la soleá, la caña, el fandango, las alegrías y los tangos (cantes gaditanos que no pueden faltar y que levantaron al público en perfecta comunión con los artistas).

Jugamos a lo sencillo. Cuando éramos niños preferíamos la caja a lo que esta contenía. Cogíamos una tiza y trazábamos mundos imaginarios en el suelo. Con un amigo jugábamos al tres en raya y siempre queríamos ganar. Pero si no, no ocurría nada. Siempre había otra oportunidad, otro juego. Juan Carlos Avecilla nos invita a jugar, a ensoñar, a participar en un momento de felicidad a base del flamenco del que muchos hemos bebido. En este caso, Tic Tac Toe es saber que se apuesta siempre a ganador.

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