jueves, 8 de junio de 2017

El refugio y la tormenta (musical)

Honestidad brutal...
Brutalismo sonoro...

Para quien no se ha perdido el Interestelar versión 2.0 (o sea, el de este año), estos conceptos no les son esquivos. Primero porque el cartel de esta edición presentaba una panoplia de artistas que harían palidecer al más pintado. Lo mejor de la escena nacional, sin exagerar. Si el año pasado, teníamos a Mando Diao como gran estrella extranjera, la organización del festival hispalense ha tirado en esta ocasión de materia prima nacional. Y vaya ramillete han conseguido para ofrecerlo como regalo primaveral.

Una exacta mezcla entre veteranía y bisoñez, entre sonidos rockeros puros y pop amable, entre letras comprometidas y sonidos festivos, entre nombres asentados y estrellas emergentes. Diversión al ciento por ciento en cualquier caso. Eclecticismo al canto. Todo estaba preparado. Estábamos refugiados de la calorina sevillana (qué diferencia con respecto a la lluviosa primera edición) y la tormenta (musical) se desató.

Porque había ganas de que Love of lesbian cumplieran su compromiso con Sevilla. Los de Santi Balmes tenían la obligación de ser efectivos, de colmar las expectativas y despegaron con El Poeta Halley hacia confines siderales. Un muy equilibrado conjunto de canciones entre las que no podrían faltar grandes éxitos que levantaron al personal como ese enérgico Club de fans de John Boy o la que nunca falla: Allí donde solíamos gritar.

Si de fiesta hablamos, allí donde debíamos gritar enfervorizados era en el concierto de Fangoria. Es lo suyo. Alaska y Nacho Canut pusieron en marcha la máquina de bailar y sonaron temazos como Dramas y comedias, No sé qué me das, Bailando, Geometría polisentimental o Cementerio de mis sueños. Pura vitamina musical, puro divertimento.

Y de la fiesta, al gran nombre del rock español. Loquillo se está dando un garbeo guapo por festivales de la geografía española. Y es bien merecido porque el Loco tiene un directo apabullante y fresco tanto con sus grandes éxitos como con su nuevo material. Es una gozada verlo en plena forma sobre un escenario y los más jóvenes, seguidores del indie pop, pueden gozar del compromiso de una rock and roll star.

De estrellas y planetas desconocidos vienen J y sus chicos. A presentarnos su ultimísimo disco precisamente. Zona temporalmente autónoma, que así se llama el nuevo trabajo de Los Planetas es carne de festival. Si Loquillo es compromiso, los granadinos se transfiguran en el alma de eventos de este tipo. Una grata noticia verlos por la carretera de nuevo.

Y hubo más: Sidonie, Second, La Habitación Roja, Guadalupe Plata, Apartamentos Acapulco, Los News... Es fantástico comprobar el maravilloso estado de salud de la música en español. Aunque nos tenemos que rendir al show de L.A. Mallorquines pero que graban en inglés. Sonidos americanos, pulidos, expertos en tonalidades que investigan en las raíces para ofrecernos algo que suena novedoso. King Of Beasts es el último trabajo de Luis Alberto Segura que viene a reafirmarle como uno de los grandes nombres del rock no español, sino europeo. Puro oro...
Foto: Just Be Comunicación

Lástima que ante esta colección de diamantes, de piedras preciosas musicales, de profesionalismo en vena, tuviéramos que aguantar numerosos problemas sonoros en las actuaciones de L.A. o Love of lesbian (por poner dos ejemplos entre los cabezas de cartel, no digamos ya en los grupos menos conocidos). Problemas técnicos que en una segunda edición marcan mucho el devenir de un festival y que son un lastre para actuaciones tan lúcidas como las que ofrecieron mallorquines y barceloneses.

Otra pega que nos encontramos, no solo en este festival si no en algún otro: cantidad no significa calidad. A veces, tener un cartel con menos nombres puede resultar mucho más apetitoso para el público que puede concentrarse mejor en lo que el artista ofrece. Esto no es Woodstock y el modelo de festival que, como por ejemplo, oferta el No Sin Música de Cádiz, es el que hay que cultivar.

Ay, pero será cosa que los tiempos están cambiando. Precisamente, una de las canciones más vivarachas, desacomplejadas y maravillosas de la última parte de la carrera de Bob Dylan se llama Things have changed (Las cosas han cambiado). Con ella, el genio de Duluth ganó el Oscar a la mejor canción porque estaba incluida en la banda sonora de la película Jóvenes prodigiosos. Tiempos que cambian en solo un añito. Menos, solo unos meses. Las cosas han cambiado y el tiempo también. Ahora, la prodigiosa juventud, a veces tan desagradecida prefiere la cantidad a la calidad, lo mucho que abarque aunque lo bueno escasee. Prefieren los likes a la palabra, a la fotografía... Al periodismo.

Nos vemos en 2018, Interestelar... Quizás.

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