(Foto: Paco López). |
Un teatro donde por cierto sonó genial la música de Javier Vargas, maestro de las seis cuerdas que venía a presentar From the dark, su último disco, aunque el recital se convirtió en un repaso felicísimo a su casi cuarto de siglo con su banda, desde aquel ya lejano All around blues donde debutó en solitario. Con Blues latino comenzó el concierto, a media marcha, poquito a poco, sabiendo la banda que podía dar más de sí... y a fe que lo hizo en lo que siguió.
Fue el momento en que la Vargas Blues Band entró en esa fase de ignición de la que hablaba al principio. Con Javier y su Fender bien compenetrados y con una base rítmica soberbia compuesta por el bajo de Luis Mayo, ciertamente atinado en la parte vocal cuando se metía en el papel de bluesman clásico, y de Peter Kunst a la batería y en los apoyos vocales. Fue la parte de esos riffs desbocados, de esas cabalgadas por los trastes de Javier, de las interpretaciones más desaforadas del trío que lo mismo atacaba con fiereza rockera un tema de Sugar Blue que uno de The Doors. Lo mismo se sacaba una versión templada del Sácalo que una vibrante y hermosa reinterpretación de la Amapola negra que cantara en su día Calamaro. Por otra parte, Vargas sabe atemperar los tiempos, sabe marcar el estado de ánimo de sus seguidores con un punteo colosal o un agarrón al vibrato y para aquel que sepa amar la música, ese es uno de los momentos en los que sabes que el que está en el escenario sale ganador... Creemos en el blues, creemos en la música. Creemos en Javier Vargas.
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