viernes, 6 de febrero de 2015

Pablo, yo soy de la casta



Querido Pablo:

Sirvan las presentes letras para agradecerte todo lo que has hecho por la democracia en este país. Hacía falta aire nuevo, una nueva forma de ver y vivir la democracia desde unas posiciones nada doctrinarias y que diera un sustito a la vieja política que los que solo hemos conocido lo que es vivir en libertad, es la que nos ha acompañado durante todos estos años. Hacía falta un impulso, un cambio de aires, nuevas caras. Renovación en definitiva de los usos y los modos de hacer política. Y llegaste tú con tu ceño fruncido, tu permanente cara de mala leche, tu coleta, tus camisas y esa magia de encantador de serpientes que, con un discurso convencido aunque vacuo de pragmatismo, ha sabido atraer a las masas.

Los de izquierdas, como un servidor, te agradece que hayas espoleado a unos ciudadanos dormidos a pesar de que hayan sido esquilmados y puteados por una crisis que no hemos creado los de abajo. Tus enemigos y los míos son los mismos. Yo los llamo “derecha”, “neoliberales”, “conservadores”; tú los conoces como “los de arriba”.

Me gustan tus pintas y cómo analizas lo que nos ha pasado en estos años. Ahí me encuentras contigo al cien por cien. Pero no te voy a votar porque soy casta, y te lo digo con todo el cariño que te profeso. Soy casta porque siempre he votado a la casta, -o a lo que yo creo que es casta-, aunque casi siempre he ido en el bando de los que casi nunca ganan unas elecciones. Soy la casta que lucha contra el poder establecido, contra los privilegios instaurados casi por decreto, contra las pequeñas (y grandes) corruptelas que suceden cada día en este o aquel partido, contra el enchufismo, contra los voceros resguardados tras una cabecera de periódico pagada con dinero de los políticos (o sea, con nuestro dinero), contra los abusos diarios, contra un sistema electoral que (tú y yo lo sabemos), difícilmente hará que a los minoritarios nos dé el poder suficiente para cambiar las cosas, contra una sociedad a la que veo que la democracia le viene demasiado grande.

Porque Pablo, coincidirás conmigo en que a los españoles no les sienta bien ser demócratas. Y me pongo pedante para contarte que el 1 de octubre de 1975 había en la Plaza de Oriente de Madrid un millón de españolitos enarbolando banderas fachas y lanzando vivas al dictador. Dos meses después, murió el sátrapa y la conciencia democrática se despertó (¡oh, sorpresa!) en muchos de los que vitoreaban al asesino. En poco tiempo, esos mismos iban a votar a un partido de “centro” y en menos que canta un gallo, esos mismos se enfundaron la chaqueta de pana para darle el poder mayoritario al socialismo. En siete años, de la Plaza de Oriente y la "conjura judeo-masónica-bolchevique" al Palace y el “Felipe gobernará”. Entre medias, una Transición apresurada y que cerró en falso muchos debates que hoy se antojan necesarios. Después, muchas elecciones y muchos compatriotas creyendo que la democracia es votar cada cuatro años. Y ya. Que tengo trabajo y dinero en el bolsillo, voto al que lo ha hecho posible. Que no, voto al otro partido mayoritario. Y así en un juego infame, sin importar que más allá de pajarracos y capullos, hay vida inteligente. Los españoles se han acomodado a una democracia ficticia y ahora que las cosas vienen mal dadas y están cabreados con razón, buscan la salvación en tu partido, en Podemos, sin ni siquiera preguntar en qué bases ideológicas os plantáis o qué proponéis para salir de este asqueroso círculo vicioso. Lo sabes, Pablo. Hoy son necesarias las ideologías aunque a ti te dé vergüenza decir que eres de izquierda. A mi no me engañas con ese discurso generalista, porque las generalizaciones son siempre inadecuadas.

Los españoles te votarán en masa y lo vas a aprovechar. Bien que haces y yo me alegraré de ello (por supuesto, antes de que voten a los de siempre), pero eres consciente de que o tocas poder y te sacas de la chistera un buen programa para gobernar o te quedas en una oposición frentista y te comerás los mocos. En cualquier caso, si no eres avispado y no lo haces bien, tendrás solo cuatro años para pervivir. Luego vendrá el ostracismo, el olvido y luchar contra la mayoría.

Pablo, los españoles creen que Podemos eres tú. Que eres omnipresente y omnisciente, pero España es grande y no te presentas en todos lados. En Albacete, Tarragona o Lugo verán a otra persona que no serás tú y no confiarán en ella, así que aprovecha los cuatro años de Podemos, porque después vendrá la nada. Ya sabes, el bipartidismo otra vez, volver al juego de “voto al PP y si lo hace mal, voto al PSOE, y si lo hace mal, voto al PP...”. Ya no serás el Mesías prometido.

Soy de la casta y tú también porque queremos lo mismo. Somos hijos, para mal o para bien, de esta democracia coja, muda y tuerta que nos dieron ya elaborada. Queremos cambiarla y juntos, tú desde Podemos, y yo desde la izquierda real, pondremos nuestro granito de arena para conseguirlo. Y no te enfades por lo que aquí lees. Te aprecio mucho y alabo tu trabajo, siempre seré tu fan, pero no cometas el pecado de la soberbia: ni todo lo que dices está bien, ni tampoco te creas todo lo que dicen de ti. Tú y los tuyos ya os creéis vencedores cuando ni siquiera os habéis presentado. Yo os invito a que habléis con la gente y le digáis qué queréis hacer, más allá de esperar a que el "tic tac" os acerque a la hora de las elecciones.

Lo dicho, me gustan tus hechuras. Pero el problema no eres tú, soy yo. No voy a estar toda la vida peleando contra el bipartidismo, para hacerlo ahora contra el tripartidismo. Así que mucha suerte, yo seguiré trabajando con mis ideas y mis acciones.


Un saludo afectuoso,
Miguel.

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