jueves, 7 de mayo de 2009

EL MIEDO CONTRA TODOS


Y
llamó Jehová al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y escondíme. (Génesis, 3,9).

El miedo. Presente ya en las Sagradas Escrituras ha sido un elemento que las religiones de tradición judeo-cristiana (y ahí incluímos también al islam), han utilizado como medio para conseguir el adoctrinamiento rápido de fieles. El miedo sirve como catalizador de las necesidades de la gente que no sabe a qué atenerse, mientras que la religión les proporciona respuestas y por ende, una "protección" ante los miedos comunes.

Los griegos hicieron algo que puso a su Olimpo de dioses al mismo nivel de los humanos. El panteón helénico fue democratizado. Como el miedo "viene del cielo", los griegos (muy listos ellos), bajaron los humos a los dioses. Sin embargo, siglos después, en época de tinieblas (o no tantas, pero sí de mucha influencia religiosa en la sociedad), Roma, ya con un Papa campando a sus anchas por allí, impuso de nuevo el concepto de Dios justiciero y del miedo como herramienta de dominación. Así hasta nuestros días, donde todavía es válida la teoría del premio/castigo de Skinner pero aplicado a la salvación del alma (cambien premio por paraíso y castigo por infierno).

En Estados Unidos, la teoría del miedo también ha funcionado a las mil maravillas. La conocen muy bien en su exigua pero turbulenta historia. Desde la llegada de los peregrinos a bordo del Mayflower (huyendo de Gran Bretaña por el miedo a ser linchados por motivos religiosos), hasta el 11-S, la historia de este país ha sido construida basándose en el miedo. Más episodios de este fenómeno. La caza de brujas en el siglo XVIII surgió como consecuencia de la fobia y el desconocimiento de ciertas conductas (no demostradas) de personas con creencias distintas a la "oficial". Por su parte, la Guerra de Secesión acaeció por el miedo que provocaba en la Unión el posible avance del modelo productivo esclavista confederado. La expansión de Estados Unidos hacia el oeste se produjo por el temor al indio y a posibles invasiones de México por el sur. En todos estos episodios, los estadounidenses contaron con dos "avances" surgidos del miedo: la invención de la primera arma que disparaba más de un tiro sin necesidad de cargar (el Colt), y la Segunda Enmienda, que daba posibilidad de armarse en nombre de la propia defensa. Y ahí siguen, una y otra.

Otra caza de brujas, la de mediados del siglo XX contra el comunismo, también tocó los resortes del temor en la sociedad norteamericana, una sociedad que un par de décadas antes se había vuelto loca por la retransmisión en directo de la llegada de los extraterrestres a la Tierra. En este caso, Orson Welles tocó los acordes del terror para comprobar cuán ingenua es la población cuando se pulsan unas teclas concretas.

Lo que vino tras la caída de las Torres Gemelas fue la demostración palmaria del terror de Estado. George W. Bush impuso la ley del miedo, la certeza de que su país podría ser atacado si antes no atacaban ellos. Curiosa que su campaña bélica internacional se llamara "guerra contra el terror", aunque habría que añadir que el arma para combatirlo era más terror. El silenciamiento de la verdad, la ocultación de información, el uso de la fuerza y la propagación del miedo en el seno mismo de EEUU fueron las herramientas usadas por la Administración Bush para cargarse el Estado de Derecho y poder ganar la reelección.

El miedo a lo desconocido (en ese caso, todo lo que oliese a musulmán), caló entre la población, como ahora está calando lo de la gripe porcina o como quieran que se llame. Sólo les dejo dos datos. A estas horas, en el mundo hay unos 1.000 casos y una treintena de muertes. De la gripe normal, en un año normal y con una cepa normal, el primer día de la enfermedad suele haber más de 1.000 millones de casos y miles de fallecidos. A eso se le llama alarmismo. A eso se le llama miedo.

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