miércoles, 1 de noviembre de 2017

La disimulada reconversión de Bunbury

Don Enrique Bunbury siempre me ha parecido un personaje muy lampedusiano: que todo cambie para que no cambie nada. No lo tiene fácil el zaragozano puesto que debe contentar a su numerosa prole de seguidores que a estas alturas del partido quiere al Bunbury honesto, al que es capaz de ofrecerle un ramillete de temas inconfundibles en su temática, en sus capas sonoras, en sus recorridos vertiginosos por las músicas de aquí y de allá.

Bunbury se reconvierte a cada paso, en cada disco, diríamos que en cada concierto. Y ya decimos, no es fácil. No es fácil parecer que haces lo mismo cuando en realidad vas evolucionando sobre una misma senda. Probablemente por eso, por esa disimulada reconversión, su carrera sea una de las más calculadas del panorama musical nacional. Ahora nos lleva a otros territorios con Expectativas su último disco con el que de nuevo se lanzará a la carretera, que es lo que a un músico como Bunbury le pone de verdad.

Expectativas llega en un momento especial para el músico aragonés. Recién cumplidos los 50, con vida sosegada alejada de esta España ajada y arrastrada, Enrique asume un papel de observador cuasi omnisciente sobre las realidades poliédricas que le ofrece este mundo. Y se desmarca con un disco honesto, sin brutalidades, sin estridencias, pero pleno de mensajes diáfanos, claros, llamadas de atención sobre la deshonra de la mentira y sobre la necesidad de afirmarse uno mismo.

En las entrañas musicales de Expectativas, nos topamos con diversas tonalidades, muchos Bunburys, nuestro Rey Lagarto, que parte y reparte buenas muestras de lo versátil que es un género como el rock, abanderado por el aragonés errante en otro ejercicio de funambulismo en forma de disco. Buenos tiempos para la lírica rockera de Bunbury y Los Santos Inocentes, su banda de referencia. Si es cierto que en este disco, se han abandonado ciertos lugares y tropos simbolistas, tan del gusto bunburiano para acercarse con proximidad a una realidad preocupante, cuasi mundana, circunstancia que es de agradecer en un músico y ciudadano militante. Ejercicios curiosos y divertidos como Bartleby-Mis dominios, temas contundentes llamados a ser carne de directo como Cuna de Caín o La ceremonia de la confusión y manifiestos abiertamente reivindicativos como Mi libertad pueblan un trabajo producido con pulcritud y esmero. Expectativas es un disco para ser escuchado de arriba a abajo, en modo conceptual. Diviértanse con los recovecos sonoros, con las experiencias lingüisticas, con el devenir de ideas. Así es Bunbury. Para bien o para mal. A unos les gusta (a nosotros), otros lo desprecian sin alcanzar a saber por qué. Pero siempre nos quedará la figura erguida de quien se sabe insobornable.

Aún estamos a la expectativa de la siguiente transmutación del aragonés...


No hay comentarios: