martes, 26 de septiembre de 2017

Los rincones de Fernando


Fernando nunca fue chiclanero. Quiñones no era de aquí. Él amaba Cádiz...

Fernando Quiñones nació en Chiclana, cosa puntual y anecdótica. Circunstancia puramente casual como lo es el nacimiento de todos ustedes. Nos dicen que debemos participar de cierto sentimiento de pertenencia. Ser de tal o cual sitio. Luego aparecen fronteras, límites, himnos, banderas y las ínfulas patrióticas. Pero como dice el refrán, uno no es de donde nace, sino de donde pace. Y Fernando pacía en muchos sitios porque se dio cuenta que el ser gaditano, el ser chiclanero podía disfrutarse mucho más estando en la otra punta del mundo.

Afortunadamente hoy debe quedar pocos irreductibles que creen que Fernando Quiñones no pertenece a Chiclana. Es un lujo poder decir que uno proviene del mismo sitio que el escritor que más y mejor pregonó las bondades de ser de aquí, que dedicó un soneto intenso y sobrehumano a su lugar de origen, que predicó con maestría el buen nombre del cante jondo, que cantó las alabanzas de bodegas y caldos de la zona, que dio voz a los que habitualmente no la tienen.

Fernando es Chiclana y Cádiz, es Hortensia Romero, Conchi Galán y el Cantueso. Canta y bebe como Miguel Pantalón y busca a Glori como lo hace la Nardi. Se inclina ante la poesía de Ibn Jaqan mientras celebra el arte de un torero en una tarde de faena en la plaza de El Puerto. Quiñones es único y es de todos.

Con esa premisa salieron a la calle las bravas gentes de la asociación cultural Taetro, entidad con casi 30 años de existencia dedicada a la promoción de las artes escénicas en la provincia de Cádiz. Ellos nunca tienen un no por respuesta y al requerimiento de la Fundación que lleva el nombre del literato chiclanero, respondieron con grandes dosis de ganas, desparpajo y conocimiento de la vida y la obra quiñonesca.

Precisamente, con ese adjetivo nombraron a la ruta que prepararon hace unos días y cuyo objetivo no era otro que el de acercar los aconteceres vitales de Fernando. Unos personajes escogidos, impregnados de pura esencia callejera fueron los protagonistas de la I Ruta Quiñonesca, que fue preparada e interpretada por los integrantes de Taetro, dejando un buen sabor de boca entre el numeroso público presente.

Un trasunto de Fernando Quiñones convertido en periodista investigador de la propia labor del escritor, dos (una no, dos) Hortensia Romero -una mayor, otra más joven, en un juego que dio mucho que hablar-, Miguel Pantalón (protagonista de El testigo), la Nardi (otro personaje francamente quiñonesco), Ibn Jaqan y Juan Cantueso, protagonista de La canción del pirata, fueron los guías de tan histórica ruta por las calles del casco histórico de Chiclana hasta desembocar en el Museo Taurino Paquiro, lugar de excepción que acogió el baile de una puella gaditana, aquella que tanto celebrara Fernando como primeras exaltadoras del arte gaditano.

Una ruta bien trenzada y elaborada, preñada de humor, de personajes de gracia quiñonesca, malhablados en ciertos momentos, emotivos en otros, orgullosos de pertenecer al imaginario de una literatura, la de Fernando, que está ahí para ser degustada. Porque esta ruta ha tenido a bien conseguir algo: poner la primera piedra de un edificio mayor, que no es otro que el de descubrir para la mayoría la voz de un narrador, un contador de historias, un poeta nacido por y para el pueblo, sea este el que sea.

Foto: @zuhmalheur

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